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VENCIENDO LA SOLEDAD III

“… porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido”, Is. 43:20


 

1-   Confiar en Dios: en medio de las circunstancias más difíciles tenemos que confiar en Dios, no importa si hay alguien a nuestro lado o no, Dios siempre está con nosotros y nunca nos abandonará. Nuestros amigos ciertamente nos abandonan en medio de la soledad, angustia y aflicción; pero, no nos amarguemos, no llenemos el corazón con odio, ni nos deprimamos; sólo confiemos en el Señor, Él es nuestra luz y salvación. Pablo en medio del abandono de sus discípulos dijo lo siguiente: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”, 2ª Tim. 4:16 – 18 Sólo Jesucristo nos da las fuerzas que necesitamos en medio de la soledad; confiemos en que su mano nos sustentará y nunca nos dejará

2-   Desarrollar la PACIENCIA: debemos aprender a esperar en Dios; la soledad es un tiempo para esperar la voluntad perfecta de Dios, pero muchos claudican y no soportan estar solos; "también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza", Rom. 5:3 - 5 Aprendamos a esperar en la voluntad perfecta de Él, sabiendo que no nos dejará solos

3-   Valorar la compañía: en medio de la soledad debemos aprender a valorar a las personas que hayamos despreciado. Estando a solas desearíamos poder hablar con alguna de ellas. Pablo había desechado a Marcos, pero estando solo en una prisión de Roma le escribe a Timoteo para que traiga a Marcos, porque éste le es útil para el ministerio (Hech. 15:37 - 40, 2ª Tim. 4:11)

4-   Ayudar a otros: aprendamos de nuestra propia soledad y aflicción, no siendo indiferentes ante el dolor del prójimo; recibamos a los que tengan sus propias aflicciones, seamos verdaderos amigos; “En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”, Prov. 17:17; “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes”, Rom. 12:15 y 16 Muchas veces estamos tan cegados en nuestras propias luchas que no nos importan las luchas de los demás, porque para cada quien su propia lucha es las más grande y difícil

 Conclusión: Si estamos pasando por un tiempo de soledad clamemos al Padre, busquemos su rostro, nadie más nos podrá sacar de ahí. La soledad es NECESARIA; no te deprimas, aprende a valorar la situación y a depender de Él. La soledad es una materia que tenemos que aprobar; así como a Moisés, Dios nos lleva a la soledad del desierto para forjar nuestro carácter y despojarnos de lo que creemos que sabemos.

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