“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”, Gál. 2:20
I- CRISTO VIVIENDO EN NOSOTROS
En cierta ocasión una pequeña niña vio que en la tienda cercana a su casa vendían un collar de perlas falsas que llamó su atención. La niña pidió a su mamá que se lo comprara, pero ella se negó al verificar el precio. La niña sacó el dinero de su alcancía al llegar a casa y desde ese día empezó a “trabajar” en casa, con los vecinos, con su abuela, para reunir el dinero y poder comprar aquel collar. Después de un tiempo, por fin tenía suficiente dinero para comprarlo: ¡cómo le gustaban aquellas perlas falsas!
Todas las noches el papá de esta niña le leía un cuento y al final le preguntaba: “¿Me amas?” Y la niña contestaba: “Sí papá, te quiero mucho”, “Entonces regálame tus perlas” decía el papá. “No, mis perlas no”, decía la niña. “Está bien, hija, papi te ama”. Esto se repitió durante varias semanas. Una noche después, el papá encontró a la niña llorando. “¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?”, preguntó el papá. La niña tenía el collar de perlas falsas en su mano y se las entregó a su papá mientras le decía: “Te las regalo”. El papá aceptó el collar; metió su mano en la bolsa de su saco y tomó un estuche que le dio a su hija. Dentro del estuche había un collar de perlas genuinas. Las había tenido todo ese tiempo. Sólo esperaba a que ella estuviera dispuesta a renunciar a las perlas falsas para darle el tesoro genuino.
El tesoro genuino que Dios desea darnos es una vida sobrenatural llena del poder de Cristo. Sin embargo, los tesoros falsos pueden privarnos de esa vida abundante. Dios quiere llenar nuestra vida hasta que se derrame con su amor, su gracia y su poder. Él tiene en su “bolsillo” esta vida para dárnosla. En Gál. 2:20 se explica el secreto de la vida sobrenatural.
PASOS para la vida sobrenatural en Cristo:
1) Concéntrate en quién eres tú como nueva creación en Cristo (Rom. 6:3 – 5); al hacernos cristianos, nos convertimos en una nueva persona. La esencia de quién somos ya no es la misma. Todos nuestros pecados han sido perdonados y nos han revestido de justicia. Dios nos ha comprado con la sangre de su hijo.
Continuará…