Cuando yo era pequeña, me encantaba reventar cohetes y jugar con luces de bengala, con ellas dibujaba mi nombre y siempre andaba, en las navidades y los fines de año, soplando mi pabilo para incrementar el fuego pero qué terrible era cuando ese pequeño hilito se apagaba. Tenía que correr, a toda velocidad, hacia alguna hornilla de la cocina de mi casa para volver a encender mi pabilo.
Hace unas cuantas horas leí este pasaje: “…ni apagará el pabilo que humeare…” (Isaías 42:3b) y me di cuenta que mucha gente que conozco ha perdido el fuego por Dios. Los observo hoy y están apagados por dentro, están secos espiritualmente y de ese fuego que encendía su primer amor… ya no hay rastro alguno. Caminan en piloto automático.
Y eso es irónico pues ¿a dónde se les fue el amor y la pasión por la presencia de Dios? Han participado en Encuentros, Reencuentros y todos los Encuentros habidos y por haber… y ya nada ha sucedido… Si pudiera describirlo de alguna manera podría describirlo como que el amor que antes sentían por Dios estuviera apagándoseles… como el pabilo de los cohetes que solía reventar en las fiestas de fin de año.
El liderazgo me permite ver diariamente a cristianos que prefieren huir al cine o al teatro, antes que asistir a la iglesia para escuchar un mensaje. Otros prefieren mentir a sus padres diciendo Voy a la iglesia y en realidad, han ido a una discoteca… ¡Qué nos pasa!
Les estoy hablando de personas que conocieron a Dios pero que parece que tienen, dentro de ellos, un botón y que se les hubiese apagado. Ellos son los cristianos que Caminan en OFF, que están en Modo OFFLINE, que no tienen ganas de orar, que no sienten la necesidad de leer la Biblia y, lo peor de todo, es que creen vivir así meses… pero sólo están marchitándose.
Quizá tú mismo, que me estás leyendo, sientes que algo falta en tu vida… que cada vez que tratas de levantarte, de motivarte y de seguir con el sueño de Dios, parece que viniera alguien y terminara de apagar el poco fuego que aún queda en tu corazón.
Pero déjame decirte que tú eres ese pabilo de Dios, llamado a encender lo que parece que está apagado y sin luz. Sí, por situaciones que desconozco, alguien te vino a apagar, vino a robarte el fuego, a tratar de secarte y destruirte espiritualmente…
O tal vez, hace un momento te atreviste a mirar al cielo y le dijiste al Señor: “Dios, ¿por qué no me dejas morir ya? ¿Qué más da? ¡Apágame de una vez!” Pero, ¿sabes? Dios es fiel aún cuando tú sientes que le has fallado mucho, que le hiciste demasiadas promesas y que no le cumpliste… Aun con todo ello, ÉL TE DICE:
“Si fueras infiel, yo permanezco fiel; Yo no puede negarme a mí mismo” (2 Timoteo 2:13)
Él no puede negarse a ti, te ama tanto que siempre puedes correr a la fuente de fuego y volver a encenderte.
La distancia que tienes para reconciliarte con Dios es de las rodillas al piso… Él ya te mostró su fidelidad, su amor y te aseguro que está dispuesto a encenderte una vez más, a hablarte como solía hacerlo hace un tiempo atrás. Quiere atraer tu corazón al suyo para que vuelva a calentarse.
Búscalo desesperadamente como si tu vida dependiera de ello… Ya no humees más, no seas un cristiano de humo, que solo vive por gracia. Es tiempo que fuego de Dios vuelva a encenderte.
Y antes de concluir este artículo, quisiera que me acompañes nuevamente al versículo sobre el pabilo, pero esta vez fíjate qué dice en la parte anterior: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42:1)
¿Quieres sacarle una sonrisa a Dios y ser su contentamiento? Vuelve a su presencia, sé creativo al buscarlo rompe con la rutina. Dios ya te escogió para que seas un pabilo encendido, ahora ve y háblale como solo tú lo sabes hacer. Estoy segura que tocarás nuevamente su corazón…
“Me sedujiste, oh Dios, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” (Jeremías 20:7-9)
Gracias Dios por escogerme y poner dentro de mí, un fuego que nadie podrá apagar. Te amo
Por Wenddy Neciosup
http://www.wenddyneciosup.com
https://www.facebook.com/WenddyBlog