“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos…”, Fil. 1:1
1- Porque Dios acepta el pago de Cristo por nuestros pecados (Col. 2:13 y 14): al morir Cristo en la cruz, Dios tomó todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros, y los clavó en la cruz de Cristo. Todos nuestros pecados han sido lavados por ese sacrificio (1ª Cor. 6:11).
2- Porque Dios imparte su justicia a nuestro carácter y conducta (1ª Tes. 5:23 y 24): puesto que somos nueva creación, ya no estamos obligados a cometer los pecados que tuvimos en el pasado y tenemos una alternativa: no tenemos que pecar. Dios imparte su justicia en nuestros corazones (Fil. 1:9 – 11).
3- Porque Dios neutralizó el poder del pecado en nosotros (Rom. 6:22): este verso contiene la Declaración de Independencia del pecado; el pecado ya NO tiene poder sobre nosotros. El pecado y satanás son nuestro antiguo jefe, ¡ya no tienen más autoridad!, Jesús es nuestro nuevo jefe. Debemos considerarnos muertos al pecado y vivos en Cristo (Rom. 6:10 y 11). En cierta ocasión, un estudiante había estado aprendiendo acerca de estar muertos para el pecado. Una noche, estando solo en la sala funeraria donde trabajaba, decidió probar para sí este concepto. En un cuarto adyacente estaba un cadáver. El muerto había sido un alcohólico. El joven sacó de su mochila una cerveza que había traído para el experimento y entró en el cuarto. De pronto, saltó hacia el cadáver y le gritó. El cadáver siguió inmutable. El joven entonces pasó la lata de cerveza cerca de la cara del muerto. Nada. Abrió la lata y la colocó sobre el pecho del cadáver. Este no hizo ningún intento por tomarla. El cuerpo en el ataúd estaba muerto. No podía responder. La seducción del pecado nos rodea; nos enfrentamos a la tentación a diario, pero estamos muertos al pecado.
4- Porque Dios no desea nuestra condenación (Rom. 8:1): hemos sido liberados de la muerte eterna y podemos disfrutar de un perdón completo. Todo lo que hemos hecho en el pasado y todo pensamiento, palabra y acción en el futuro han sido perdonados. Sin embargo, muchos de nosotros todavía nos sentimos condenados; el causante de esto es el gran acusador, que continúa tratando de hacernos sentir culpables. Como resultado, nos movemos en una falsa culpabilidad por pecados que ya han sido perdonados, porque satanás sabe que si nos sentimos desalentados por esa culpabilidad, no podremos vivir una vida victoriosa o fructífera en Cristo.
Conclusión: Dios nos ve como santos y quiere que disfrutemos de la experiencia plena de esa santidad. El cristiano se siente libre cuando hace la voluntad de Dios y es obediente a sus mandatos. Si reconocemos nuestra verdadera identidad, que somos santos, y vivimos de acuerdo con ello, seremos como la gente descrita en el Salmo 1:1 – 3