Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios, pero el que endurece su corazón caerá en el mal. Proverbios 28.14
El que pierde El Temor a Dios y deja de guardar los mandamientos, ni se imagina lo que le espera en la eternidad.
Ha caído en la trampa del enemigo y, aunque prospere en esta vida, recibiendo el aplauso de los demás y viviendo placentera y espléndidamente, cuando cierre los ojos y entre en el otro mundo, de donde nunca más saldrá, verá que tomó la peor decisión posible.
El que lucha para mejorar su modo de vida, no se deja llevar por las tentaciones y evita las propuestas del enemigo demuestra que respeta al Señor y, por eso, tendrá éxito en todo lo que emprenda. Por desgracia, el mundo trabaja rápido y tiene más éxito que la iglesia, por lo que millones de personas se están perdiendo para siempre.
El temor a Dios tiene que ser perpetuo. Es bueno que uno nunca “se tome unas vacaciones” de este temor y que, dondequiera que vaya, se muestre firme en la fe y decidido a cumplir los mandamientos divinos. Los que dejan de observar la Palabra, como han sido influenciados por el maligno y les parece que el pecado que algunas veces cometen es normal, ya están condenados a pasar la eternidad lejos del Padre.
Decida de corazón no comprometerse con el mal, rechazando todo lo que provenga del tentador. Así, cuando llegue su día de partir, no será confundido. Las personas que creen y obedecen al Señor nunca probarán la segunda muerte. Pero los que no ven nada malo en servir a Dios y a las cosas de la carne se darán cuenta de que su actitud fue terrible y que, por culpa de eso, se han perdido para siempre.
El Espíritu de Dios habla, convence y nos hace sentir mal por todo lo que Le desagrada al Padre. Pero algunos, que se dejan llevar por las ilusiones del diablo, cuando abran los ojos verán que ya es demasiado tarde. Muchos no tienen tiempo para el Altísimo y hacen lo mismo que aquel hombre rico, que prefirió vivir placenteramente, sin preocuparse por su alma. Después, cuando le pidió a Abraham que lo ayudase, ya nadie podía hacerlo (San Lucas 16.19-25).
Es hora de que tome la decisión más sabia e importante de su vida. Piense qué hay de malo en su comportamiento y hable de ello con el Señor. Así, verá que solo faltaba eso para que el poder maligno perdiera la batalla sobre su vida. El que le hace caso a Dios descubre que las tentaciones y las demás obras maléficas ya no le dominan. Falta poquísimo para que usted sea liberado.
Si endurece su corazón caerá en el mal, pero si se pone de acuerdo con el Altísimo encontrará el camino del bien. Hacerse de Jesús es el acto más lindo de su vida, y también el más acertado. Temer a Dios le librará de los ataques del Infierno. Líbrese para siempre de los tratos con el imperio de las tinieblas.
Robert Reyes Cabrera
Santo Domingo - Republica Dominicana
Facebook: robertreycabrera
El que pierde El Temor a Dios y deja de guardar los mandamientos, ni se imagina lo que le espera en la eternidad.
Ha caído en la trampa del enemigo y, aunque prospere en esta vida, recibiendo el aplauso de los demás y viviendo placentera y espléndidamente, cuando cierre los ojos y entre en el otro mundo, de donde nunca más saldrá, verá que tomó la peor decisión posible.
El que lucha para mejorar su modo de vida, no se deja llevar por las tentaciones y evita las propuestas del enemigo demuestra que respeta al Señor y, por eso, tendrá éxito en todo lo que emprenda. Por desgracia, el mundo trabaja rápido y tiene más éxito que la iglesia, por lo que millones de personas se están perdiendo para siempre.
El temor a Dios tiene que ser perpetuo. Es bueno que uno nunca “se tome unas vacaciones” de este temor y que, dondequiera que vaya, se muestre firme en la fe y decidido a cumplir los mandamientos divinos. Los que dejan de observar la Palabra, como han sido influenciados por el maligno y les parece que el pecado que algunas veces cometen es normal, ya están condenados a pasar la eternidad lejos del Padre.
Decida de corazón no comprometerse con el mal, rechazando todo lo que provenga del tentador. Así, cuando llegue su día de partir, no será confundido. Las personas que creen y obedecen al Señor nunca probarán la segunda muerte. Pero los que no ven nada malo en servir a Dios y a las cosas de la carne se darán cuenta de que su actitud fue terrible y que, por culpa de eso, se han perdido para siempre.
El Espíritu de Dios habla, convence y nos hace sentir mal por todo lo que Le desagrada al Padre. Pero algunos, que se dejan llevar por las ilusiones del diablo, cuando abran los ojos verán que ya es demasiado tarde. Muchos no tienen tiempo para el Altísimo y hacen lo mismo que aquel hombre rico, que prefirió vivir placenteramente, sin preocuparse por su alma. Después, cuando le pidió a Abraham que lo ayudase, ya nadie podía hacerlo (San Lucas 16.19-25).
Es hora de que tome la decisión más sabia e importante de su vida. Piense qué hay de malo en su comportamiento y hable de ello con el Señor. Así, verá que solo faltaba eso para que el poder maligno perdiera la batalla sobre su vida. El que le hace caso a Dios descubre que las tentaciones y las demás obras maléficas ya no le dominan. Falta poquísimo para que usted sea liberado.
Si endurece su corazón caerá en el mal, pero si se pone de acuerdo con el Altísimo encontrará el camino del bien. Hacerse de Jesús es el acto más lindo de su vida, y también el más acertado. Temer a Dios le librará de los ataques del Infierno. Líbrese para siempre de los tratos con el imperio de las tinieblas.
Robert Reyes Cabrera
Santo Domingo - Republica Dominicana
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