“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templaza; contra tales cosas no hay ley”, Gál. 5:22 y 23
¿Con qué frecuencia permites que las tonterías de otras personas cambien tu estado de ánimo? ¿Dejas que otro conductor te haga enojar cuando vas manejando, un mesero grosero, un jefe cortante o un empleado insensible, arruine tu día?
Por un instante puedes estar algo molesto. Sin embargo, lo que distingue a una persona exitosa es lo rápido que puede enfocarse de nuevo en lo que realmente es importante. Hace años aprendí esta lección yendo en un taxi. Me subí al auto y partimos. Íbamos en el carril derecho cuando, de repente, un coche brincó de un cajón de estacionamiento justo enfrente de nosotros. El chofer frenó con fuerza, dio un patinazo, y por unos pocos centímetros evitó chocar con el otro auto. El conductor de aquél, el que casi causó un accidente, volteó su cabeza y empezó a gritarnos muchas palabrotas. El taxista sólo sonrió y le saludó muy amablemente. Así que yo pregunté: "¿por qué hizo eso? Ese tipo por poco destruye su taxi y nos manda al hospital".
Entonces el taxista me compartió lo que ahora llamo "La ley del camión de basura". Muchas personas son como un camión de basura. Andan llenos de cosas que no sirven: frustración, enojo, decepción. Como se les va amontonando la basura, necesitan un lugar en donde puedan tirarla. Si lo permites, te la echan a ti.
Cuando alguien quiere echar su basura sobre ti no lo tomes en forma personal: sólo sonríe, saluda, les deseas lo mejor y sigues adelante. Estarás feliz de haberlo hecho. Así que esto era "La ley del camión de basura". Empecé a pensar: "¿cada cuánto permito que los camiones de basura me atropellen? Y, ¿cada cuánto tomo la basura que llevo y la riego sobre otras personas.... en el trabajo, en la casa, en las calles?" Fue ese día que dije: "ya no más camiones de basura".
Empecé a ver muchos camiones de basura. Veía lo que llevaban. Veía cuando llegaban para vaciar la basura. Y como el taxista, ya no lo tomo en forma personal. Sólo sonrío, saludo, les deseo lo mejor y sigo adelante. Un jugador de futbol americano, Walter Paton (de los Osos de Chicago) hizo esto todos los días en el campo de juego. Tan pronto como caía al suelo después de ser tacleado, se paraba. Nunca se quedaba pensando en el evento. Payton estaba listo para hacer que la siguiente jugada fuera la mejor. Los buenos líderes saben que tienen que estar listos para su próxima junta. Los buenos padres saben que tienen que recibir a sus hijos con abrazos y besos cuando regresen de la escuela. Los maestros y papás que entienden su labor, saben estar totalmente presentes y dando lo mejor para las personas que les son importantes.
La gente exitosa no permite que los camiones de basura tomen el control de su día. ¿Y tú? ¿Qué pasaría en tu vida, empezando hoy, si permitieras que más camiones de basura pasaran sin afectarte?.... Apuesto que estarías más feliz.
Así que ama a las personas que te tratan bien. Olvídate de las que no lo hacen. Cree que todo sucede por una razón. Si se presenta una oportunidad, tómala. Si algo cambia tu vida, deja que lo haga. Nadie dijo que sería fácil. Sólo prometieron que valdría la pena.
¿Con qué frecuencia permites que las tonterías de otras personas cambien tu estado de ánimo? ¿Dejas que otro conductor te haga enojar cuando vas manejando, un mesero grosero, un jefe cortante o un empleado insensible, arruine tu día?
Por un instante puedes estar algo molesto. Sin embargo, lo que distingue a una persona exitosa es lo rápido que puede enfocarse de nuevo en lo que realmente es importante. Hace años aprendí esta lección yendo en un taxi. Me subí al auto y partimos. Íbamos en el carril derecho cuando, de repente, un coche brincó de un cajón de estacionamiento justo enfrente de nosotros. El chofer frenó con fuerza, dio un patinazo, y por unos pocos centímetros evitó chocar con el otro auto. El conductor de aquél, el que casi causó un accidente, volteó su cabeza y empezó a gritarnos muchas palabrotas. El taxista sólo sonrió y le saludó muy amablemente. Así que yo pregunté: "¿por qué hizo eso? Ese tipo por poco destruye su taxi y nos manda al hospital".
Entonces el taxista me compartió lo que ahora llamo "La ley del camión de basura". Muchas personas son como un camión de basura. Andan llenos de cosas que no sirven: frustración, enojo, decepción. Como se les va amontonando la basura, necesitan un lugar en donde puedan tirarla. Si lo permites, te la echan a ti.
Cuando alguien quiere echar su basura sobre ti no lo tomes en forma personal: sólo sonríe, saluda, les deseas lo mejor y sigues adelante. Estarás feliz de haberlo hecho. Así que esto era "La ley del camión de basura". Empecé a pensar: "¿cada cuánto permito que los camiones de basura me atropellen? Y, ¿cada cuánto tomo la basura que llevo y la riego sobre otras personas.... en el trabajo, en la casa, en las calles?" Fue ese día que dije: "ya no más camiones de basura".
Empecé a ver muchos camiones de basura. Veía lo que llevaban. Veía cuando llegaban para vaciar la basura. Y como el taxista, ya no lo tomo en forma personal. Sólo sonrío, saludo, les deseo lo mejor y sigo adelante. Un jugador de futbol americano, Walter Paton (de los Osos de Chicago) hizo esto todos los días en el campo de juego. Tan pronto como caía al suelo después de ser tacleado, se paraba. Nunca se quedaba pensando en el evento. Payton estaba listo para hacer que la siguiente jugada fuera la mejor. Los buenos líderes saben que tienen que estar listos para su próxima junta. Los buenos padres saben que tienen que recibir a sus hijos con abrazos y besos cuando regresen de la escuela. Los maestros y papás que entienden su labor, saben estar totalmente presentes y dando lo mejor para las personas que les son importantes.
La gente exitosa no permite que los camiones de basura tomen el control de su día. ¿Y tú? ¿Qué pasaría en tu vida, empezando hoy, si permitieras que más camiones de basura pasaran sin afectarte?.... Apuesto que estarías más feliz.
Así que ama a las personas que te tratan bien. Olvídate de las que no lo hacen. Cree que todo sucede por una razón. Si se presenta una oportunidad, tómala. Si algo cambia tu vida, deja que lo haga. Nadie dijo que sería fácil. Sólo prometieron que valdría la pena.