“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”, Juan 16:32
“…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, Mat. 28:20
Su padre le lleva al bosque, con los ojos vendados y le deja solo. Él tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no quitar la venda hasta que los rayos del sol brillan a través de la mañana.
Él no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive la noche, él ya es un hombre. Él no puede platicar a los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la masculinidad por su cuenta.
El niño está naturalmente aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, él sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda. Ya que es la única manera en que podría llegar a ser un hombre.
Por último, después de una horrible noche, el sol apareció y al quitarse la venda, fue entonces cuando descubrió a su padre sentado junto a él. Su padre veló toda la noche, para proteger a su hijo del peligro.
Así, nosotros tampoco estamos nunca solos. Aun cuando no lo sabemos, nuestro Padre Celestial está velando por nosotros, sentado en un tronco a nuestro lado. Cuando vienen los problemas, lo que tenemos que hacer es sólo confiar en Él.
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Si no. es que te quitaste la venda antes del alba.
“…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, Mat. 28:20
Su padre le lleva al bosque, con los ojos vendados y le deja solo. Él tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no quitar la venda hasta que los rayos del sol brillan a través de la mañana.
Él no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive la noche, él ya es un hombre. Él no puede platicar a los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la masculinidad por su cuenta.
El niño está naturalmente aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, él sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda. Ya que es la única manera en que podría llegar a ser un hombre.
Por último, después de una horrible noche, el sol apareció y al quitarse la venda, fue entonces cuando descubrió a su padre sentado junto a él. Su padre veló toda la noche, para proteger a su hijo del peligro.
Así, nosotros tampoco estamos nunca solos. Aun cuando no lo sabemos, nuestro Padre Celestial está velando por nosotros, sentado en un tronco a nuestro lado. Cuando vienen los problemas, lo que tenemos que hacer es sólo confiar en Él.
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