Ir al contenido principal

“Señor, quiero ser un instrumento en tus manos”

“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” Sal. 1:3

Estaban tres pequeños árboles en la cima de una montaña y cada uno expresó lo que quería ser cuando grande. El primero dijo: Yo quiero ser un cofre para guardar tesoros, quiero ser recubierto de oro y contener el más grande tesoro del mundo. El Segundo mirando un arroyo que corría al océano dijo: “Yo quiero ser una fuerte embarcación que lleve reyes y poderosos por el Océano.
El tercer pequeño árbol mirando al valle donde una pequeña ciudad contenía gente muy ocupada dijo: “Yo no quiero salir de la montaña, quiero ser un árbol muy grande de manera que la gente que me mire a mi, mire al cielo donde está Dios”.
Pasaron los años y un día tres leñadores subieron a la montaña y el primer leñador miró el primer árbol y dijo: “que buen árbol, perfecto para mí” y de un hachazo lo derribó, y el primer árbol dijo: “llegó el momento de ser Cofre”. El segundo leñador derribó al segundo árbol y éste dijo: “Llegó el momento de ser una gran embarcación”. El tercer leñador miró el tercer árbol y éste se irguió ante el bosque, pero en vano, él también fue derribado.
El primer leñador llevó al primer árbol y lo convirtió en una caja para poner heno y alimentar animales en la granja; el segundo leñador convirtió al segundo árbol en una sencilla embarcación de pescadores y lo puso en un pequeño lago. El tercer leñador cortó el tercer árbol en vigas fuertes y lo puso en un depósito y el tercer árbol confundido dijo: “No entiendo para qué me cortó y me abandonó aquí”.
Cuando los árboles habían olvidado sus sueños, un día una joven hermosa tomó la caja de heno y depositó en ella a su hermoso hijo recién nacido y cuando los ángeles cantaron, la caja dijo: “OH, al fin yo tengo el tesoro más grande del mundo”. Al correr los años un día un viajero cansado entró en la pequeña embarcación hecha con el segundo árbol y mientras atravesaban el lago una gran tempestad casi parte la embarcación, pero el viajero cansado que dormía en ella se levantó y dijo: ¡Paz! y la tempestad desapareció, y el segundo árbol dijo: “Oh, al fin yo llevo al Rey del Universo”.
Un viernes por la mañana alguien retiró las vigas fuertes del tercer árbol, éste se estremeció ante una multitud que gritaba y en unas horas un hombre fue clavado encima de él. No lo entendía, pero el domingo en la mañana cuando el sol salió y la gloria resplandeció en una resurrección, él comprendió que sí era el árbol más grande y que ahora al mirarlo a él, mirarían a Dios.

¡Señor, HOY quiero ser instrumento en tus manos! Tú sabrás cuándo y cómo usar mi vida para cumplir tus propósitos en mí. Amén.

Entradas populares de este blog

«Sumergidos en Su presencia»

“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, Rom. 8:6 Para poder vivir una vida sobrenatural debemos mantenernos sumergidos en Su presencia. Pero si analizamos nuestra vida y nos ponemos a ver nuestra rutina de trabajo, nuestras deudas, las luchas diarias, ¿es esto vivir sumergidos en su presencia? ¿Por qué? Se nos olvida que como creyentes tenemos algo de mayor significado que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer: ¡las riquezas de la gloria de Dios en esta vida y en la futura! Si logramos comprender esto, NUNCA volveremos a ser los mismos. La llave para vivir la vida sobrenatural es la FE. Actuar por fe es el único camino a la vida sobrenatural (Romanos 5:1 y 2; Hebreos 11:6). Todos tenemos una fe natural; es la fe que mostramos en las cosas ordinarias que hacemos. La fe natural es necesaria para vivir la vida física; pero la Biblia habla de la fe espiritual como “…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, (Hebr...

¿Qué tanto conocemos a Dios?

“Así dijo Jehová : no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”, Jer. 9:23 y 24. Te has preguntado alguna vez, ¿Cuánto conozco verdaderamente a Dios? Generalmente todos queremos alcanzar nuestras metas, hacer tal o cual cosa, pero lo primero en nuestra vida debe ser conocer a Dios profundamente. Cuando conocemos a Dios podemos desarrollar nuestros dones y talentos positivamente. Si lo que hacemos no proviene de Él, entonces no tiene sentido. Recordemos que nuestra vida va más allá de todo lo natural que hacemos; todo lo que hagamos tiene implicación también en el mundo espiritual. Por tanto, nuestras vidas deben estar más apegadas a lo espiritual que a lo terrenal. Nuestra prioridad debe estar en tener y disfrutar de la presenci...

Reflexiones Cristianas - La Peor Ceguera de una Persona

Nosotros pensamos que la ceguera y la sordera espiritual son solamente del hombre impío. Pero la peor ceguera y sordera es la nuestra, la de quienes tenemos ojos para ver y oídos para oír, cuando volvemos la espalda al Espíritu Santo (Heb. 3:7-8). Nacimos de nuevo para ver el reino de Dios, y nacimos del Espíritu para entrar en este reino (Juan 3:3-5). Nuestros ojos fueron abiertos para ver a Cristo y su reino en nosotros, porque fuimos hechos por Él un reino y sacerdotes para Dios (Ap. 1:6). Pero, como aconteció con aquel ciego de Betsaida, nosotros, al principio, no percibimos claramente las cosas de Dios (Mr. 8:22-25). Los ojos de nuestro entendimiento aún deben ser abiertos que veamos más allá de nuestra redención (Ef. 1:18-19). Por eso es necesario que el milagro continúe, para que podamos ver totalmente. Necesitamos volvernos fructíferos en el conocimiento de Cristo. Para esto tenemos que añadir a nuestra fe la virtud. La fe sin obras es muerta, pero la fe operante, la fe que...