“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”, Ef. 5:1
En todas partes, en la política, el ministerio, los negocios, hay una búsqueda de gente que tenga carácter. La personalidad y los talentos son importantes, pero eso no significa que tengamos un buen carácter. La filosofía de hoy, especialmente para los jóvenes, parece ser la del “menor esfuerzo”. Por eso es importante enfatizar el carácter. El Dr. Bob Jones dijo: “Tu carácter es lo que Dios sabe que serás. Tu reputación es lo que los hombres piensan que eres, pero lo que prueba tu carácter es lo que haces cuando nadie te ve”. El carácter, entonces, tiene que ver con lo que cada uno escoge hacer, ya sea correcto o incorrecto. Los principios y la relación con Dios son indispensables en la formación del carácter. La iglesia, la escuela y el hogar están involucrados en el proceso de formar y modelar valores en la vida de los demás como un instrumento para el desarrollo del carácter. Según Fremont, el carácter son las “creencias permanentes que finalizan en patrones de conducta consistentes”. Pero, ¿Cómo se forma el carácter?
• Por medio de las circunstancias: algunas de ellas buenas, otras malas; nada es demasiado pequeño o superficial para construir el carácter.
• Dando forma a la voluntad: Berry dice que la voluntad de un niño está hecha de acero, desde su nacimiento está llena de fuerza; el Dr. Dobson cree que la voluntad debe ser moldeada y formada, para eso se instruye y encausa, para que aprenda a someterse a la autoridad.
• Siendo edificados en la Palabra de Dios: un carácter perdurable debe edificarse en los patrones que Dios ha establecido; en la Biblia encontramos cada aspecto de esos patrones de Dios. Los preceptos de Jesucristo, las enseñanzas de los apóstoles y las vidas ejemplares son modelos para la formación del carácter.
• La imagen de Cristo: la norma fundamental es ser como Él y tener una vida sometida a la voluntad de Dios.
• Rendirse al Espíritu Santo: no son nuestros esfuerzos los que producen carácter. Ese carácter no es cuestión de principios legales, sino de poseer las cualidades que el Espíritu Santo produce en el creyente: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza.
• Haciendo un esfuerzo: no importa cuánto anhele una persona un buen carácter, no podrá alcanzarlo a menos que haga un esfuerzo. Cada persona debe esforzarse para construir su propio carácter, porque nadie más lo hará por él. Cada uno escoge ser puro o impuro, humilde u orgulloso.
• Formando hábitos adecuados: cada decisión que tomamos nos ayuda a desarrollar un hábito, bueno o malo; el carácter no es más que el desarrollo de buenos hábitos. Una vida apropiada no ocurre por accidente. Cuando actuamos conscientemente de manera correcta por un periodo prolongado de tiempo, llegamos a hacer lo correcto inconscientemente y cuando eso ocurre, el hábito es formado y el carácter establecido.
En todas partes, en la política, el ministerio, los negocios, hay una búsqueda de gente que tenga carácter. La personalidad y los talentos son importantes, pero eso no significa que tengamos un buen carácter. La filosofía de hoy, especialmente para los jóvenes, parece ser la del “menor esfuerzo”. Por eso es importante enfatizar el carácter. El Dr. Bob Jones dijo: “Tu carácter es lo que Dios sabe que serás. Tu reputación es lo que los hombres piensan que eres, pero lo que prueba tu carácter es lo que haces cuando nadie te ve”. El carácter, entonces, tiene que ver con lo que cada uno escoge hacer, ya sea correcto o incorrecto. Los principios y la relación con Dios son indispensables en la formación del carácter. La iglesia, la escuela y el hogar están involucrados en el proceso de formar y modelar valores en la vida de los demás como un instrumento para el desarrollo del carácter. Según Fremont, el carácter son las “creencias permanentes que finalizan en patrones de conducta consistentes”. Pero, ¿Cómo se forma el carácter?
• Por medio de las circunstancias: algunas de ellas buenas, otras malas; nada es demasiado pequeño o superficial para construir el carácter.
• Dando forma a la voluntad: Berry dice que la voluntad de un niño está hecha de acero, desde su nacimiento está llena de fuerza; el Dr. Dobson cree que la voluntad debe ser moldeada y formada, para eso se instruye y encausa, para que aprenda a someterse a la autoridad.
• Siendo edificados en la Palabra de Dios: un carácter perdurable debe edificarse en los patrones que Dios ha establecido; en la Biblia encontramos cada aspecto de esos patrones de Dios. Los preceptos de Jesucristo, las enseñanzas de los apóstoles y las vidas ejemplares son modelos para la formación del carácter.
• La imagen de Cristo: la norma fundamental es ser como Él y tener una vida sometida a la voluntad de Dios.
• Rendirse al Espíritu Santo: no son nuestros esfuerzos los que producen carácter. Ese carácter no es cuestión de principios legales, sino de poseer las cualidades que el Espíritu Santo produce en el creyente: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza.
• Haciendo un esfuerzo: no importa cuánto anhele una persona un buen carácter, no podrá alcanzarlo a menos que haga un esfuerzo. Cada persona debe esforzarse para construir su propio carácter, porque nadie más lo hará por él. Cada uno escoge ser puro o impuro, humilde u orgulloso.
• Formando hábitos adecuados: cada decisión que tomamos nos ayuda a desarrollar un hábito, bueno o malo; el carácter no es más que el desarrollo de buenos hábitos. Una vida apropiada no ocurre por accidente. Cuando actuamos conscientemente de manera correcta por un periodo prolongado de tiempo, llegamos a hacer lo correcto inconscientemente y cuando eso ocurre, el hábito es formado y el carácter establecido.