“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”. (Lucas 21:25-28)
Los recientes acontecimientos, como los terremotos ocurridos en Haití, Chile y Japón; las revueltas en el mundo árabe o las acciones bélicas en Libia, han despertado el interés mundial.
Desataron también una avalancha de mensajes que presentan dichos sucesos como señales del arrebatamiento o de la inminente segunda venida de Cristo.
¿Necesitamos conocer las señales? Pues SÍ.
¿Deberíamos los cristianos mirar con avidez las noticias para estar al tanto de cada crimen o catástrofe, asustándonos y asustando a otros con estas “señales"? Un enfático NO.
La preparación para la venida del Señor es un asunto diario -una transformación que sucede en la mente y el corazón del creyente y se traslada a su experiencia-, de manera independiente de los sucesos externos.
La santificación -que es nuestro derecho al cielo-, es una obra progresiva, no compulsiva.
¿Deberíamos ignorarlas? TAMPOCO.
Quien ignora las advertencias es un insensato, y un cristiano no debería serlo.
¿Todas estas cosas que están pasando son señales de la inminencia de su venida? SI y NO.
Sí en cuanto a que demuestran que a nuestro planeta le queda poco tiempo; sin embargo, la degradación de la naturaleza no hace más que acompañar la más aguda y más preocupante degradación moral. Los juicios de Dios ya están cayendo sobre la humanidad desde hace rato, encontrándonos ahora en medio del tiempo de angustia predicho en las profecías (ver Daniel 12:1-3).
No, en cuanto a que no sirven para fijar fechas, solamente nos dicen que el anhelado fin “está cerca, a las puertas” (Marcos 13:29).
A lo largo de esta serie de entradas, quisiera profundizar en estos tres aspectos.
- ¿Qué son las señales y para qué sirven?
- ¿Cómo deberíamos relacionarnos con ellas?
- ¿Cómo distinguir las señales verdaderas de las falsas?
Debemos ser muy cuidadosos con la manera en que interpretamos y presentamos las señales; para no aparecer ante el mundo como un montón de fanáticos con mensajes contradictorios, o como simples oportunistas que desean incrementar la membresía de la iglesia (y sus propias ganancias) por medio del temor. Tampoco necesitamos ser engañados por las "señales" de falsos predicadores de los cuales Jesús mismo dijo "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:23).
Las señales en las Escrituras, al igual que las señales de tránsito, tienen distintas funciones y cumplen distintos propósitos:
- Recordatorios de un pacto. El arco iris puesto después del diluvio, la circuncisión, o el nazareato, por ejemplo; todos constituían señales visibles de un pacto concertado entre Dios y los hombres. Tenían el propósito de mantener a la vista del creyente la solemnidad del compromiso asumido.
- Marcas identificatorias. La señal puesta sobre Caín, las piedras colocadas en medio del Jordán y la estela que colocaron al otro lado del río, pertenecían a esta clase de recordatorios de la protección divina.
- Confirmación de una promesa o de un mensaje divinos. La sombra del reloj que retrocedió diez grados para confirmar la sanidad del rey Ezequías, es un tremendo ejemplo de que las promesas del Señor son firmes y podemos confiar en ellas.
- Límites a la acción humana. El diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, o el cautiverio babilónico, son señales que muestran que Dios no dejará avanzar el mal más allá de ciertos límites. Estos juicios constituyen una prueba de la intervención directa de Dios en la historia.
- Elementos didácticos utilizados por los profetas. En los ministerios de Isaías, Ezequiel y Jeremías, muchas veces utilizaron signos (un cinto podrido, rasurarse la barba, hacer un boquete en la pared, etc.), que tenían como propósito despertar el interés de sus compatriotas en algún mensaje que darían a continuación.
- Credenciales del ministerio. Jesús mismo utilizó los milagros y otro tipo de señales para confirmar la fe de los que le seguían. Dotó a los apóstoles y a su iglesia de dones especiales, que serían señal adicional de la autenticidad de su mensaje.
- Medios para convencer al pecador. Muchos duermen en la falsa seguridad del pecado, y solo despertarán cuando sus bienes o sus vidas se vean amenazadas. Así, las catástofes y conmociones sociales actúan como señales de advertencia para aquellos que rechazan a Dios.
Las señales están allí para confirmar que vamos por el buen camino, para advertirnos de riesgos, para ayudarnos en las dificultades, para despejar dudas, para guiarnos en el camino, o para brindarnos seguridad; pero tengamos presente que no son un fin en sí mismas.
Agradezcamos al Señor por las señales que nos muestran, por encima de todo, que Él está al mando de todo y que sus propósitos se cumplirán indefectiblemente.
Pero no debemos ser ingenuos, no todas las cosas espectaculares que suceden prueban que algo venga de Dios.
Con mucha frecuencia, durante la larga enfermedad que padece mi hija, nos han invitado a visitar “sanadores” milagrosos, con el argumento de que lo que hacen viene de Dios, porque “oran”, o porque “hablan de Dios”; por lo tanto -dicen-, no puede ser algo malo.
Pero por experiencia, vimos que las señales que estos hacen no se corresponden con la clara orientación de la Palabra de Dios.
Sus credenciales provienen de la misma fuente que las de la pitonisa de Endor.
Recordemos que también Satanás tiene poder para actuar por medio de señales engañosas que intentarán desviarnos del camino:
“Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra conlas señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió”. (Apocalipsis 13:12-14 )
Entonces, si hay señales que vienen de Dios y otras son de origen diabólico, ¿cómo diferenciar unas de otras?
Seguimos en la próxima entrada