Ir al contenido principal

SEÑALES II

“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás”. (Mateo 16:1-4)
Hace algunos años me paró un policía en la calle para avisarme que una de las luces traseras de guiño no funcionaba. El tablero indicaba que funcionaba, así que yo hubiera doblado tranquilamente, sin saber que ponía en peligro a quien venía detrás de mi.
Cuando las señales no funcionan, estamos en problemas.
Durante su ministerio, Jesús dio sobradas pruebas de que su mensaje venía de Dios. Sin embargo, los dirigentes religiosos no estaban dispuestos a rendirse ante la evidencia. Su obstinación y ceguera se evidenció cuando el Señor multiplicó los panes y los peces ante una gran multitud. “Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?” (Juan 6:30)
¡Había dado de comer a una enorme concurrencia con apenas una merienda donada por un niño, y aún había sobrado! 
¿Qué más hacía falta?
Sin embargo, el registro bíblico muestra que repetidamente rechazaron la evidencia de la razón y la de los sentidos, porque su corazón orgulloso no quería ceder.
Vez tras vez, milagro tras milagro, señal tras señal, fueron endureciéndose al llamado del Espíritu. Desoír la voz del Espíritu Santo significa perder la vida eterna; sellar la propia perdición.
Incluso después de la resurrección de Lázaro, se registra que: “a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él”. (Juan 12:37)
Pero esto no era nada nuevo. Ya en ocasión de su nacimiento, los ángeles, los pastores y los sabios de oriente, habían anunciado la llegada del Mesías largo tiempo esperado, y toda la ciudad de Jerusalén se inquietó con la noticia.
¡Pero ninguno de ellos fue a ver al Salvador anunciado!
Ello demuestra a las claras que en el terreno espiritual no basta con saber. Lo que conocemos debe impactar nuestras vidas y producir una transformación. Si esto no sucede, somos meros hipócritas, como los fariseos.
Los creyentes tenemos el privilegio de conocer las señales de la venida de Cristo. Nada de lo que sucede debería causarnos temor; por el contrario, son una invitación a levantar nuestras cabezas en gloriosa expectación del cumplimiento de nuestra esperanza.
Pero las señales también prueban lo que hay en cada corazón, porque están dirigidas a él.
En el texto inicial figura el reproche que Cristo hizo a los líderes religiosos de su tiempo por desconocer las señales de los tiempos.
Los fariseos se sentían orgullosos de cumplir con todas las minucias legales que habían inventado para complicarle la vida a los demás y a sí mismos. Proclamaban a son de trompetas su fidelidad a la Ley. Pero, en el fondo, no querían prestar atención a las señales que revelarían su incredulidad.
La Biblia afirma que hay diferentes tipos de señales: “Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes”. (1 Corintios 14:22)
Algunas de las señales tienen como objetivo despertar la conciencia de los pecadores; otras sirven para confirmar la fe de los hijos de Dios. Pero ninguna de ellas convencerá a quien se resista a creer.
¿En qué categoría nos ubicamos tú y yo?
Las señales de los tiempos hoy hablan a tu corazón: ¿te despiertan?, ¿te ayudan a creer?, ¿o tal vez te dejan indiferente?
Quiera el Señor despertarnos y ayudarnos a permanecer velando.

Entradas populares de este blog

«Sumergidos en Su presencia»

“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, Rom. 8:6 Para poder vivir una vida sobrenatural debemos mantenernos sumergidos en Su presencia. Pero si analizamos nuestra vida y nos ponemos a ver nuestra rutina de trabajo, nuestras deudas, las luchas diarias, ¿es esto vivir sumergidos en su presencia? ¿Por qué? Se nos olvida que como creyentes tenemos algo de mayor significado que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer: ¡las riquezas de la gloria de Dios en esta vida y en la futura! Si logramos comprender esto, NUNCA volveremos a ser los mismos. La llave para vivir la vida sobrenatural es la FE. Actuar por fe es el único camino a la vida sobrenatural (Romanos 5:1 y 2; Hebreos 11:6). Todos tenemos una fe natural; es la fe que mostramos en las cosas ordinarias que hacemos. La fe natural es necesaria para vivir la vida física; pero la Biblia habla de la fe espiritual como “…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, (Hebr...

¿Qué tanto conocemos a Dios?

“Así dijo Jehová : no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”, Jer. 9:23 y 24. Te has preguntado alguna vez, ¿Cuánto conozco verdaderamente a Dios? Generalmente todos queremos alcanzar nuestras metas, hacer tal o cual cosa, pero lo primero en nuestra vida debe ser conocer a Dios profundamente. Cuando conocemos a Dios podemos desarrollar nuestros dones y talentos positivamente. Si lo que hacemos no proviene de Él, entonces no tiene sentido. Recordemos que nuestra vida va más allá de todo lo natural que hacemos; todo lo que hagamos tiene implicación también en el mundo espiritual. Por tanto, nuestras vidas deben estar más apegadas a lo espiritual que a lo terrenal. Nuestra prioridad debe estar en tener y disfrutar de la presenci...

Reflexiones Cristianas - La Peor Ceguera de una Persona

Nosotros pensamos que la ceguera y la sordera espiritual son solamente del hombre impío. Pero la peor ceguera y sordera es la nuestra, la de quienes tenemos ojos para ver y oídos para oír, cuando volvemos la espalda al Espíritu Santo (Heb. 3:7-8). Nacimos de nuevo para ver el reino de Dios, y nacimos del Espíritu para entrar en este reino (Juan 3:3-5). Nuestros ojos fueron abiertos para ver a Cristo y su reino en nosotros, porque fuimos hechos por Él un reino y sacerdotes para Dios (Ap. 1:6). Pero, como aconteció con aquel ciego de Betsaida, nosotros, al principio, no percibimos claramente las cosas de Dios (Mr. 8:22-25). Los ojos de nuestro entendimiento aún deben ser abiertos que veamos más allá de nuestra redención (Ef. 1:18-19). Por eso es necesario que el milagro continúe, para que podamos ver totalmente. Necesitamos volvernos fructíferos en el conocimiento de Cristo. Para esto tenemos que añadir a nuestra fe la virtud. La fe sin obras es muerta, pero la fe operante, la fe que...