“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.” Salmos 18:1-3
Este extenso salmo comienza con dos palabras muy comunes, sin embargo muy significativas: “te amo”
¿Qué lleva al salmista a declarar su amor por Dios?
El Comentario Bíblico dice al respecto: "En la magnífica oda de acción de gracias que aparece como el número 18 del Salterio, David presenta a grandes rasgos la historia de las maravillosas liberaciones y victorias que Dios le había concedido. Este conmemorativo canto de triunfo es la historia de un corazón enteramente consagrado a Dios, e íntegro para las cosas divinas. El relato de 2ª Samuel 22 confirma que David compuso este himno." (CBA Tomo 3 - Salmo 18)
¿Le has dicho ya a tu Señor que lo amas?
Seguramente que tú amas a Dios; pero es más fácil decírselo a aquellos con que nos relacionamos a diario (madre, esposa, hijos, amigos), que expresar nuestro amor hacia Él.
Y sobre esa frase en particular dice: “Te amo (Heb. rajam). Este verbo indica afecto profundo y ferviente. En ningún otro pasaje se usa el término rajam para referirse al amor del ser humano hacia Dios, pero con frecuencia se usa para describir el amor de Dios hacia el hombre." (ibid.)
El vocablo hebreo da en el clavo en un aspecto; todo amor humano hacia Dios es solamente un reflejo del profundo e inefable afecto que nuestro Creador siente por cada una de sus criaturas.
Todo el amor que existe en el universo proviene de Dios, y vuelve hacia él desde los corazones que le han reconocido como tal.
El apóstol Juan lo expresa en forma categórica: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” 1ª Juan 4:19
El amor de David hacia el Señor nacía de la inmensa gratitud que sentía por las liberaciones pasadas y presentes. Reconocía que sin su ayuda en los días difíciles no podría haber salido adelante, y que en tiempos de paz fue su poder el que le hizo prosperar:
- “En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos”. Salmos 18:6
- “Porque tú salvarás al pueblo afligido, y humillarás los ojos altivos. Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová; escudo es a todos los que en él esperan”. Salmos 18:27-30
Lo mismo afirma en otro salmo:
- "Amo a Jehová , pues ha oído mi voz y mis súplicas; porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocaré‚ en todos mis días" Salmos 116:1
Esto me hizo pensar cuan poco le digo a mi Señor cuanto lo amo. A veces, incluso siento que mis reconocimientos de su bondad y poder en mi vida suenan un tanto interesados.
Pero cuando miramos hacia atrás en nuestra experiencia, no nos queda otra alternativa que admitir lo mismo que David.
A menos claro, que nos hallemos muy endurecidos por el pecado.
Muchas veces y de muchas maneras hemos sido objeto de su bondad y su misericordia. Tantas como podemos recordar hizo él provisión para nuestras necesidades. E incontables veces nos ha librado sin que advirtamos siquiera su intervención poderosa. Nuestra mente se abruma y nuestro corazón se quebranta ante tanto amor, tanta paciencia y tanta fidelidad de nuestro maravilloso Dios.
El amor derramado en nosotros por el Espíritu se enlaza así con la fe y da paso a la gratitud; la gratitud se manifiesta entonces en sincera alabanza y genuina adoración.
De esta manera comenzamos a compartir el gozo de los ángeles y participamos de la esencia que satura el cielo.
Dile hoy que lo amas, no por decirlo simplemente, sino de corazón. Recuerda su intervención y su compañía a cada paso del camino, y alaba al Señor por su liberación. Así te irás entrenando para aquel día en que todos los redimidos entonaremos este gran cántico de alabanza y gratitud: “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 5:11-14