“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”, Gén. 11:1
Vivimos en la era de las Tecnologías de la información y la comunicación. Las distancias se acortan cada día más, de tal manera que podemos comunicarnos con gente alrededor del mundo en sólo cuestión de segundos. No obstante, uno de los mayores problemas que aqueja a las sociedades modernas es precisamente ese: la comunicación. Los hijos no se comunican con los padres, las esposas con los esposos, los líderes con sus seguidores, ¡los creyentes con su Hacedor! Para desarrollar un sistema efectivo de comunicación debemos trabajar en varios aspectos; debemos desarrollar los siguientes principios bíblicos:
[caption id="attachment_2399" align="alignleft" width="150" caption="Comunicación con el Creador"][/caption]1- CARA A CARA: para que exista una buena comunicación debemos primero relacionarnos cara a cara con la persona con la cual queremos comunicarnos, como a un amigo. Éx. 33:11a dice que “Jehová hablaba a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”.
2- Fácil de entender: debemos asegurarnos que se entiende lo que queremos decir y, al mismo tiempo, que entendemos lo que el otro nos está diciendo. Neh. 8:8 dice: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”.
3- Saber escuchar: esta es una parte indispensable de la comunicación; a todos nos gusta hablar, pero pocos sabemos escuchar. Dice Prov. 18:13 que “Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio”.
4- La oración es necesaria: tal vez se pregunten, ¿Qué tiene que ver la comunicación con la oración? En primer lugar, la oración misma es una comunicación. En segundo lugar, debemos orar antes de hablar para decir exactamente lo que debamos decir. Col. 4:3 y 4 dice: “…orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar”.
5- Tener la atención de la audiencia: debemos ser diligentes en cuanto a atender u oír aquello que se nos diga…especialmente si el que habla es el Señor. Dice Heb. 2:1, “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.
6- Dar buenos reportes: a todos nos gusta escuchar sólo las cosas buenas; ninguno de nosotros querrá oír cosas malas. Cuando nos comuniquemos con otros intentemos resaltar las cosas buenas, sin dejar por esto de confrontar en amor aquellos aspectos que deban atenderse. Mat. 18:15 a 17 dice, “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aun contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”.