Ir al contenido principal

Amigo, ¿a qué has venido? - La palabra de Dios para hoy

Una Palabra Penetrante y llena de amor


San Mateo 26: 47-50


“Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.
Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: !!Salve, Maestro! Y le besó.
Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron”.

Sin duda alguna, Jesús era símbolo de mansedumbre, humildad, pero sobre todo amor. El nos ha amado desde un principio, dando su vida por nosotros, tuvo la suficiente misericordia para recibirnos en su redil y para lidiar con nuestros caprichos, sin mas decir Jesús nos ama y es el amigo mas Fiel que conozco.

Pero por un momento sumerjámonos en el pasaje bíblico que acabamos de leer y démonos cuenta de algunas cosas:

Uno de los doce lo entregaba, era Judas el hombre a quien Jesús a pesar de conocer sus debilidades le había otorgado el privilegio de ser el tesorero de su ministerio, ¿Por qué?, pues porque Jesús no lo veía con sus defectos, sino que El lo miraba con ojos de amor y como el hombre que podía ser si permitía ser restaurado totalmente. Imagínate tu por un momento que te este entregando para matarte, uno de tus mejores amigos, con el cual has andado los últimos tres años y medio, sin duda seria un gran dolor humano, puesto que confiaste en esta persona y te esta pagando de una forma horrible.

Pero Jesús no es como nosotros, El lejos de sentir algo horrible o sentirse defraudado, a sabiendas de lo que Judas estaba haciendo, sale a recibirlo no sin antes percatarse que venia con el mucha gente con espadas y palos, pero aun así el sale a recibir a aquel en el cual había confiado un ministerio muy delicado, y le dice: “Amigo”.
¿Tendremos nosotros el suficiente amor como para decirle a aquel que nos esta defraudando: amigo?, no se tu, pero yo quizá no, a lo mejor hubiera resurgido en mi el enojo y el rencor, por saber que uno de mis amigos me esta entregando a la muerte.

Jesús había entendido que no era odiando como se solucionaban las cosas, mas allá de haber odio en el, había amor, algo contrastante si meditamos sobre ese episodio humanamente horrible. ¿Qué habrá sentido Judas cuando Jesús le dijo: Amigo?, yo hubiera llorado quizá, a lo mejor le hubiera dicho: Corre Jesús y Perdóname. No se, pero se me ocurren tantas cosas que hubiera hecho que no terminaría hoy de escribirlas, pero lo que si te puedo asegurar, que aun en el corazón mas duro esa palabra “Amigo” iba a ser un detonante enorme de las emociones humanas.

Al igual que a Judas, Jesús nos considera sus amigos, aun cuando muchas veces lo estamos entregando en manos de los inconversos para que lo despedacen, puesto que con nuestro testimonio lo pisoteamos. Ahora talvez no lo podemos entregar físicamente, pero hacemos cosas peores que esas al no defender nuestra fe con nuestro testimonio. Por lo menos Judas tenia sus dudas en que si era el hijo de Dios o no y quizá por eso lo entrego, ¿Pero nosotros?, ¿Acaso tienes dudas?, Claro que ¡No! Nosotros lo entregamos a sabiendas de quien es El y que es lo que ha hecho en nuestra vida.

Amigo mío, por lo que mas quieras no entregues a Jesús para que sea vituperado, al contrario, preocúpate cada día por ser mejor cristiano, de dar un verdadero testimonio, de contarles a las personas lo que El ha hecho en tu vida y de cómo te ha llenado de gozo y si hasta acá has llevado una vida llena de pecado, es momento de reflexionar y de entender que Dios me saco del pecado, para que jamás vuelva a el, ya no peques mas.

Jesús te dice en este día: Amigo yo te amo, aun con todos tus errores y defectos.

Autor: Enrique Monterroza

Entradas populares de este blog

«Sumergidos en Su presencia»

“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, Rom. 8:6 Para poder vivir una vida sobrenatural debemos mantenernos sumergidos en Su presencia. Pero si analizamos nuestra vida y nos ponemos a ver nuestra rutina de trabajo, nuestras deudas, las luchas diarias, ¿es esto vivir sumergidos en su presencia? ¿Por qué? Se nos olvida que como creyentes tenemos algo de mayor significado que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer: ¡las riquezas de la gloria de Dios en esta vida y en la futura! Si logramos comprender esto, NUNCA volveremos a ser los mismos. La llave para vivir la vida sobrenatural es la FE. Actuar por fe es el único camino a la vida sobrenatural (Romanos 5:1 y 2; Hebreos 11:6). Todos tenemos una fe natural; es la fe que mostramos en las cosas ordinarias que hacemos. La fe natural es necesaria para vivir la vida física; pero la Biblia habla de la fe espiritual como “…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, (Hebr...

¿Qué tanto conocemos a Dios?

“Así dijo Jehová : no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”, Jer. 9:23 y 24. Te has preguntado alguna vez, ¿Cuánto conozco verdaderamente a Dios? Generalmente todos queremos alcanzar nuestras metas, hacer tal o cual cosa, pero lo primero en nuestra vida debe ser conocer a Dios profundamente. Cuando conocemos a Dios podemos desarrollar nuestros dones y talentos positivamente. Si lo que hacemos no proviene de Él, entonces no tiene sentido. Recordemos que nuestra vida va más allá de todo lo natural que hacemos; todo lo que hagamos tiene implicación también en el mundo espiritual. Por tanto, nuestras vidas deben estar más apegadas a lo espiritual que a lo terrenal. Nuestra prioridad debe estar en tener y disfrutar de la presenci...

Reflexiones Cristianas - La Peor Ceguera de una Persona

Nosotros pensamos que la ceguera y la sordera espiritual son solamente del hombre impío. Pero la peor ceguera y sordera es la nuestra, la de quienes tenemos ojos para ver y oídos para oír, cuando volvemos la espalda al Espíritu Santo (Heb. 3:7-8). Nacimos de nuevo para ver el reino de Dios, y nacimos del Espíritu para entrar en este reino (Juan 3:3-5). Nuestros ojos fueron abiertos para ver a Cristo y su reino en nosotros, porque fuimos hechos por Él un reino y sacerdotes para Dios (Ap. 1:6). Pero, como aconteció con aquel ciego de Betsaida, nosotros, al principio, no percibimos claramente las cosas de Dios (Mr. 8:22-25). Los ojos de nuestro entendimiento aún deben ser abiertos que veamos más allá de nuestra redención (Ef. 1:18-19). Por eso es necesario que el milagro continúe, para que podamos ver totalmente. Necesitamos volvernos fructíferos en el conocimiento de Cristo. Para esto tenemos que añadir a nuestra fe la virtud. La fe sin obras es muerta, pero la fe operante, la fe que...