“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…”, Fil. 3:8
La excelencia tiene que ver con volar alto, con remontarse como una poderosa águila, con vivir por encima de la mediocridad, con negarse a aceptar lo que la mayoría establezca como norma de vida. La excelencia no es algo que se da naturalmente, requiere de un adiestramiento.
Debemos decidirnos a no dejar que sea la mediocridad la que marque el ritmo en que debemos marchar. ¿Somos excelentes o somos mediocres? Hagamos un pequeño ejercicio: ¿Con cuántas de las siguientes frases nos identificamos?
- ¿Para qué ser diferentes? Haz sólo lo necesario para salir del paso. ¿Para qué intentarlo? ¡Me doy por vencido! ¡Me rindo! ¡No puedo! ¡No se puede! ¡Ahí se va! ¡Qué tiene… nadie se da cuenta! No debemos arriesgarnos. Estoy seguro de fracasar. Tu sigue la corriente. ¿Qué importa?
Volar alto no es fácil. La mejor analogía para ilustrar la excelencia es la figura del águila: ha sido respetada por su magnificencia, su gracia de vuelo, la extensión de sus alas y sus poderosas garras. Se desliza sin esfuerzo a alturas sorprendentes, impávida a los turbulentos vientos.
Responsabilidad, libertad, belleza, estabilidad y otros atributos más están presentes en su naturaleza. Una vida superior como la del águila no es barata. Cuesta ser diferente, especialmente cuando muchos se conforman con ser del “montón”.
CONFRONTANDO LA MEDIOCRIDAD
Para vivir sobre el nivel de mediocridad es necesario reconocer cuatro puntos importantes:
1- Necesitamos enfrentar la mediocridad en la mente (2ª Cor. 10:3 – 5): “somos lo que pensamos”, bíblicamente hablando Prov. 23:7. El secreto para vivir una vida de excelencia es pensar con excelencia. Para ello necesitamos programar o reprogramar nuestra mente con la información que nos haga libres para ser y hacer lo que Dios propuso que fuéramos: águilas. La mente humana posee el secreto para volar, es por eso que el enemigo la ha hecho el blanco de su ataque. Afectando nuestra manera de pensar puede mantener nuestra vida en un nivel de mediocridad. Para que la verdad de Dios pueda ganar, los argumentos que rodean la mente tienen que ser penetrados. ¿Cómo? Por medio del Espíritu Santo y las verdades de la Biblia. Necesitamos transformar los viejos razonamientos que nos derrotan en pensamientos nuevos que nos animan.
2- Decidir a cuál reino o sistema vamos a servir (Mat. 6:33): nos referimos al reino de Dios y al sistema de este mundo. Si elegimos el primero escogemos también vivir bajo Su autoridad. Si elegimos el segundo, no queremos que nadie nos gobierne, preferimos darnos gusto y todo queremos hacerlo a nuestro modo. Las personas de excelencia han aprendido a entregar al Señor todo lo que tienen, y a confiar en Él para toda provisión.
Continuará…