“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…”, Fil. 3:8
En una ocasión un hombre andaba perdido en el desierto, muriéndose de sed. De pronto dio con una vieja choza y una pequeña sombra. Descubrió una vieja y oxidada bomba de agua cerca de ahí. Se precipitó sobre ella y comenzó a accionar la manija de arriba abajo, pero no salía nada. Notó que a un lado había una vasija. Le quitó el polvo y leyó un mensaje que decía: “Amigo, tienes que cebar la bomba vaciando sobre ella toda el agua de esta vasija. PD. Cerciórate de llenarla nuevamente antes de irte”. El hombre abrió la vasija y ¡tenía agua! ¡Estaba casi llena! Tenía que tomar una decisión: si bebía el agua viviría, pero si la echaba toda en la vieja y oxidada bomba, quizás obtuviera agua fresca y en abundancia. ¿Qué hacer? ¿Echarla en la bomba y correr el riesgo, o bebérsela? ¿Desperdiciaría toda el agua sólo por la esperanza de las instrucciones escritas quién sabe desde cuándo? De mala gana echó el agua en la bomba. Tomó la manija y comenzó a moverla. ¡No salía nada! Sólo el rechinar del metal. Un poquito comenzó a gotear, después un pequeño hilo y, finalmente, ¡un chorro! Llenó la vasija y bebió. La llenó de nuevo y volvió a beber. Después llenó la vasija para el próximo viajero, la tapó y agregó esta nota: “Créeme, sí funciona, pero lo tienes que dar todo antes de obtener algo a cambio”
1- Requiere de una entrega (Luc. 14:26, 27 y 33):
a) Nuestras relaciones personales (v. 26). El énfasis aquí está en competir en nuestra lealtad y amor entre Él y los que amamos. El vuelo encumbrado requiere de una entrega absoluta y no dejar lugar para la competencia. Se trata sólo de decidir quién o qué es primero
b) Nuestras metas y deseos (v. 27). Se refiere a rendir metas y deseos a su autoridad; significa decir un “no” a lo que nosotros queremos y un “sí” a lo que Dios quiere. Por eso es que muchos deciden seguir siendo mediocres. Es necesaria la muerte de nuestros anhelos personales y seguirlo a Él. La negación del yo no tiene nada que ver con nuestra singularidad e individualidad
c) Nuestras posesiones (v. 33). Podemos ser dueños de algunas cosas, pero nada se puede adueñar de nosotros. Las águilas no llevan exceso de equipaje, ya que el materialismo es una amenaza
Continuará…