“¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger”, Sal. 25:12
PROCESO PARA RESOLVER PROBLEMAS
1- Diagnosticar primero si se trata de un problema o una condición: un problema puede solucionarse en un corto periodo de tiempo; una condición es una circunstancia incontrolable que se añade a la situación desde el exterior y requiere de bastante tiempo para que cambie visiblemente, ya que no está bajo nuestro control
2- Defina el problema con claridad: al diagnosticarlo correctamente estamos a punto de resolverlo. Es importante escuchar las opiniones de los demás para asegurarnos que está debidamente averiguado
3- Considere lo que ganará o perderá solucionando el problema: podemos hacernos algunas preguntas: ¿mejorará el trabajo?, ¿producirá un aumento de… (salario, beneficios, calificaciones, etc.)?, ¿me creará un problema mayor?
4- Encuentre métodos y soluciones alternas: siempre habrá más de una manera de resolver el problema. Necesitamos conseguir el mayor número posible de datos. Es importante que los afectados en el problema participen en la solución del mismo. Deben también consultarse a aquellas personas o grupos que posean conocimientos especiales o sean expertos en el problema y en sus posibles soluciones, Prov. 11:14
5- Considere el costo de cada alternativa: cada una tiene su propio precio, aunque no necesariamente en dinero; también tenemos que considerar los costos de tiempo, energía, actitudes, opinión pública, etc.
6- Escoja entre las alternativas: la solución más eficaz no siempre es la mejor cuando se toman en cuenta los costos. Solucionar problemas requiere también de saber hacer concesiones mutuas. Lo que puede ser una solución para uno, puede no serlo para otro. Por tanto, es importante considerar: ¿va en contra de los principios bíblicos?, ¿cubre las necesidades de los afectados?, ¿tendremos el apoyo de otros?, ¿nos creará mayores problemas?, ¿evitará problemas futuros?, ¿Por qué se debe escoger esta solución entre las demás?
7- Delegue la acción y comience a implementarla: la solución al problema requiere cambios, por lo cual el problema no desaparecerá al tomar la decisión, sino al ir haciendo los cambios necesarios.
Evalúe los progresos conseguidos: es preciso supervisar y evaluar cada paso para determinar si está contribuyendo a la solución del problema. A veces, una decisión que parecía buena por escrito, no produce los resultados esperados al ponerla en práctica. Es necesario hacer correcciones hasta que se elimine el problema y se obtengan los resultados deseados.