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“Introducción a los Dones del Espíritu Santo” (2)

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”, Gál. 5:22 y 23


 

ü      El amor nunca falla, dice Pablo. La profecía, las lenguas, la ciencia y los otros dones dejarán de ser, ya que han sido establecidos principalmente para la edificación de la iglesia. Lo único que tendrá permanencia eterna será el amor

ü      Por tanto, debe haber un equilibrio y una acción recíproca entre los dones y el fruto del Espíritu Santo. El fruto tiene que verse para mostrar a la gente cómo es Jesús y para mostrar el amor de Dios a la humanidad

 Similitudes entre dones y fruto: Los dones y el fruto tienen varios puntos en común:

1-   La fuente de ellos es el Espíritu Santo. Ellos NO se originan con el creyente separado del Espíritu. El elemento de lo sobrenatural se halla en ambos

2-   El propósito de ambos es edificar. El amplio propósito de los dones es la edificación del cuerpo de Cristo (1ª Cor. 12:7; 14:26). Del mismo modo, el propósito del fruto espiritual, resumido por el fruto del amor, es edificar (1ª Cor. 8:1)

3-   Ambas obras del Espíritu son perfectibles. En otras palabras, el creyente no las recibe en su forma acabada. En 1ª Cor. 14, Pablo no cuestiona la validez de los dones que los corintios decían tener; sin embargo, él insiste en que los dones necesitan desarrollarse para edificar a la congregación. De manera similar, el fruto espiritual debe desarrollarse. Deben ser llevados a un estado de madurez. Este es el pensamiento tras los conceptos de madurez cristiana, de crecimiento, y de la continua transformación del cristiano a la imagen de Cristo (2ª Cor. 3:18)

Diferencias entre DONES y FRUTO:

  • En cuanto a su naturaleza, primero, el fruto es inanimado, en tanto que los dones son dinámicos

  • Segundo, hay una diferencia respecto a la obligación del cristiano en apropiarse los dos. A todos los cristianos se les requiere mostrar todo el fruto del Espíritu; pero Dios NO exige que todos los cristianos tengan los dones. La distribución de los dones es la obra soberana del Espíritu (1ª Cor. 12:11)

  • Tercero, a los creyentes se les requiere que muestren siempre el fruto espiritual, pero la manifestación de los dones espirituales es bajo la dirección del Espíritu


El Ideal Divino: el amor, como vemos en 1ª Cor. 13, es el principio regulador tras los dones espirituales. Los dones y el fruto del Espíritu juntos sirven para edificar la iglesia. El ideal divino es que tanto los dones como el fruto se manifiesten entre los creyentes.

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