“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, Mat. 6:33
Hoy en día vivimos tiempos tan agitados: el trabajo, la escuela, la familia, los hijos, los amigos. Hemos dicho en algunas ocasiones: “Ojala el día tuviera más de 24 horas, para alcanzar a hacer todo lo que tengo pendiente”.
El asunto no es tener más de 24 horas por día disponibles para nuestras actividades, sino de encontrar las razones del por qué de tantas actividades sin resolver. Veamos cuáles pueden ser algunas de ellas:
1- Tiempo completo extendido: muchas veces gastamos más allá de las 8 horas de trabajo, más el trabajo de la casa, más los pendientes del trabajo que hacemos en la casa, más cualquier proyecto de interés profesional… por eso el tiempo no nos alcanza
2- La vida en la ciudad: nos toma más tiempo desplazarnos de un lugar a otro, esto genera mayor estrés y una buena cantidad de tiempo desaprovechado o poco productivo
3- Industria, cultura y tecnología: existen hoy en día una gama de distracciones poco productivas que nos conducen al ocio o al tiempo nada productivo (Tv., Internet, etc.)
4- Ambiciones o demandas de la sociedad: esto genera necesidades creadas, el consumismo y la multiplicación de objetivos o intereses
Todos, en determinado momento, nos dejamos llevar por lo “habitual”, como la televisión, los amigos, el trabajo, etc.; dejamos de lado lo verdadero y eterno para cuando tengamos algún tiempo libre… y esto nunca llega.
Solución: encontrar placer en lo que ocupa nuestra mente y espíritu a diario; debemos darle prioridad a aquellas cosas que verdaderamente tienen un valor eterno y deleitarnos en hacerlas. Realizar nuestro trabajo con entusiasmo, disfrutar de la familia con intensidad, gozarnos con los amigos o familiares; pero, sobre todas las cosas, pasar tiempo delante de la presencia de nuestro Dios. Cuando Él es el centro de nuestra vida, todo lo demás se convertirá en las añadiduras y sólo así dejaremos de vivir estresados porque no nos alcanza el tiempo para nada.