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“Hay poder en nuestras palabras” II

“… así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, Is. 55:11



 Debemos buscar y conocer la Palabra específica para cada necesidad, para luego declararla y creerla. Aquí algunos ejemplos:

Para los que se sienten débiles: Joel 3:10, “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy”

Para los que están enfermos: 1ª Pedro 2:24, “… y por cuya herida fuisteis sanados”; Isaías 53:5, “… y por su llaga fuimos nosotros curados”; Salmo 103:3, “Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias”

Para los atribulados: Salmo 59:16, “… porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia”; 34:17 y 19, “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias”; “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”; Isaías 26:3, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”

Para los temerosos: Salmo 23, “El Señor es mi pastor, nada me faltará… aunque ande en valle de sombras de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”; 27:1, “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?; Isaías 41:10 y 13, “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”; “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”

Dios no nos dio cientos de promesas sólo para que creyéramos en ellas. Nos las dio para que podamos decirlas con confianza. Busquemos una de sus promesas que se ajuste a la situación en la que nos encontremos, creámosla en nuestro corazón y luego, empecemos a hablarla con confianza y seguridad. Digámosle a los demás: ¡Esto es lo que Dios ha dicho para mí! y YO LO CREO. Sostente en ello y decláralo cuando tengas dolor, problemas, temor, enfermedad y necesidades de cualquier índole.

Jesús dijo en Marcos 11: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino que creyere que será hecho LO QUE DICE, LO QUE DIGA LE SERÁ HECHO”. Si no dudamos en nuestros corazones podemos obtener lo que decimos. Si no crees que esta es una ley que funciona pruébala al revés: cuando estés enfermo y te duela algo repite “Estoy enfermo, me duele, tengo que ir al hospital, me voy a morir”; y así sigue y sigue repitiéndolo, y sucederá lo que has declarado.

Somos el resultado de todo lo que hemos estado diciendo; poseemos en nuestro cuerpo y mente lo que hayamos declarado en el pasado. Hemos recibido lo que dijimos. Si queremos ser diferentes, debemos cambiar nuestra forma de hablar.

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