Ir al contenido principal

“Anhelando la Presencia de Dios”

“Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová…”, 2ª Sam. 6:14


 

En el capítulo seis del segundo libro de Samuel encontramos la historia del ARCA del Pacto que había sido llevada por los filisteos. El Arca significaba la presencia de Dios; por tal motivo, David decidió traerla de regreso de la casa de Abinadab. Después de derrotar a los filisteos prepararon un carro nuevo jalado por bueyes. El rey David iba delante con el pueblo, mientras Uza y Ahío custodiaban el carro.

Menciona el v. 6 que, repentinamente, Uza extendió su mano sobre el arca y la sostuvo porque se tambaleó debido a que los bueyes que la transportaban tropezaron. Uza tenía buenas intenciones, pero hizo algo que no debía. El libro de Números, capítulo 4, especifica la manera en que los levitas debían transportar el arca. Se tenía que hacer conforme a la voluntad de Dios. Uza tenía buenas intenciones, pero no obró conforme a la voluntad de Dios.

Entonces, la ira de Dios se enciende y muere Uza ahí mismo. Cualquiera diría: pero, ¿Por qué? Lo único que Uza quería era proteger el Arca. ¿Cuántas veces hemos pasado por lo mismo? Hacemos muchas cosas basados en nuestras buenas intenciones, pero a Dios no lo impresionamos con “buenas intenciones”.

Podemos tener buenas intenciones, pero al mismo tiempo estar fuera de la perfecta voluntad de Dios. Uza hizo las cosas como a él le parecieron correctas, pero la instrucción para el manejo del Arca era muy precisa: NADA ni nadie debía tocarla… y así se debió haber hecho. Muchas veces, al igual que Uza, queremos “ayudarle a Dios”, ¡como si Él nos necesitara! Uza olvidó que el Dios del Arca cuidaría del Arca. Uza quiso hacerlo a su manera y DESOBEDECIÓ; por tanto, fue quebrantado y murió.

Ante los ojos de todos, la muerte de Uza causó tristeza y temor (v. 8), pero de alguna manera Dios debía asegurarse de que aprenderían la lección: si deseamos la presencia de Dios, las cosas deben hacerse al modo de Dios y NO al nuestro. No podemos salirnos del orden de Dios y hacer las cosas a nuestra manera. La soberanía de Dios no se puede discutir ni argumentar.

Otro ejemplo lo tenemos en la vida de Gedeón (Jue. 7:16), a quien se le dieron instrucciones precisas para destruir a los madianitas: debía equipar a sus trescientos guerreros con trompetas y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de ellos. Cuando él diera las instrucciones, sus hombres debían tocar las trompetas, quebrar los cántaros y gritar. Cualquier estratega militar pensaría en lo ridículo de las órdenes; sin embargo, Gedeón hizo las cosas según el modelo de Dios y la presencia de Dios estuvo con él y le dio la victoria sobre sus enemigos.

 Si anhelamos verdaderamente la presencia de Dios en nuestras vidas, dejemos de ayudarle a Dios o de hacer las cosas a nuestra manera. Dios es soberano y no necesita nuestra ayuda ni nuestras instrucciones para saber qué hacer o cómo hacer las cosas.

Entradas populares de este blog

«Sumergidos en Su presencia»

“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, Rom. 8:6 Para poder vivir una vida sobrenatural debemos mantenernos sumergidos en Su presencia. Pero si analizamos nuestra vida y nos ponemos a ver nuestra rutina de trabajo, nuestras deudas, las luchas diarias, ¿es esto vivir sumergidos en su presencia? ¿Por qué? Se nos olvida que como creyentes tenemos algo de mayor significado que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer: ¡las riquezas de la gloria de Dios en esta vida y en la futura! Si logramos comprender esto, NUNCA volveremos a ser los mismos. La llave para vivir la vida sobrenatural es la FE. Actuar por fe es el único camino a la vida sobrenatural (Romanos 5:1 y 2; Hebreos 11:6). Todos tenemos una fe natural; es la fe que mostramos en las cosas ordinarias que hacemos. La fe natural es necesaria para vivir la vida física; pero la Biblia habla de la fe espiritual como “…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, (Hebr...

¿Qué tanto conocemos a Dios?

“Así dijo Jehová : no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”, Jer. 9:23 y 24. Te has preguntado alguna vez, ¿Cuánto conozco verdaderamente a Dios? Generalmente todos queremos alcanzar nuestras metas, hacer tal o cual cosa, pero lo primero en nuestra vida debe ser conocer a Dios profundamente. Cuando conocemos a Dios podemos desarrollar nuestros dones y talentos positivamente. Si lo que hacemos no proviene de Él, entonces no tiene sentido. Recordemos que nuestra vida va más allá de todo lo natural que hacemos; todo lo que hagamos tiene implicación también en el mundo espiritual. Por tanto, nuestras vidas deben estar más apegadas a lo espiritual que a lo terrenal. Nuestra prioridad debe estar en tener y disfrutar de la presenci...

Reflexiones Cristianas - La Peor Ceguera de una Persona

Nosotros pensamos que la ceguera y la sordera espiritual son solamente del hombre impío. Pero la peor ceguera y sordera es la nuestra, la de quienes tenemos ojos para ver y oídos para oír, cuando volvemos la espalda al Espíritu Santo (Heb. 3:7-8). Nacimos de nuevo para ver el reino de Dios, y nacimos del Espíritu para entrar en este reino (Juan 3:3-5). Nuestros ojos fueron abiertos para ver a Cristo y su reino en nosotros, porque fuimos hechos por Él un reino y sacerdotes para Dios (Ap. 1:6). Pero, como aconteció con aquel ciego de Betsaida, nosotros, al principio, no percibimos claramente las cosas de Dios (Mr. 8:22-25). Los ojos de nuestro entendimiento aún deben ser abiertos que veamos más allá de nuestra redención (Ef. 1:18-19). Por eso es necesario que el milagro continúe, para que podamos ver totalmente. Necesitamos volvernos fructíferos en el conocimiento de Cristo. Para esto tenemos que añadir a nuestra fe la virtud. La fe sin obras es muerta, pero la fe operante, la fe que...