Ir al contenido principal

SERIE UNA VIDA SOBRENATURAL 8

“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”, Gál. 4:7


 

1-   Dios nos escucha cuando oramos (1ª Juan 5:14 y 15): día y noche Dios escucha cada oración nuestra. Tenemos acceso ilimitado a nuestro Creador; la muerte y resurrección de Jesús derribaron la barrera que nos separaba de Dios. cuando hablemos con nuestro Padre, recordemos que la oración incluye escucharlo. Dios nos habla en muchas maneras. Puede ser a través de su Palabra, de circunstancias de nuestra vida, o del consejo de creyentes piadosos; sin embargo, muchas veces es a través de la voz del Espíritu Santo en nuestro corazón 

2-   Dios mora en nosotros con su Espíritu Santo (Gál. 4:6): nuestro Padre celestial nos dio e Espíritu Santo como un sello de nuestra relación con él (Ef. 1:13 y 14). Él nos ha marcado permanentemente como posesión suya. El Espíritu Santo nos guía y nos da poder; es nuestro consejero, nos da a conocer las cosas de Dios y nos ayuda a orar (Rom. 8:26 y 27) 

3-   Dios nos ama incondicionalmente (1ª Juan 3:1): el amor de Dios no depende de lo que hacemos. La Biblia revela cuatro aspectos del amor de Dios:

a)   Amor incansable (Jer. 31:3)

b)   Amor generoso (1ª Juan 4:9 y 10)

c)    Amor insondable (Ef. 3:17 – 19)

d)   Amor incontenible (Rom. 8:38 y 39) 

4-   Dios nos disciplina amorosamente (Prov. 3:11 y 12): los hijos de Dios deben experimentar la disciplina; la disciplina es necesaria para madurar y crecer en carácter. La disciplina de Dios es para nuestro bien. Los padres que se interesan por sus hijos los disciplinan (Prov. 13:24). El proceso puede ser doloroso, pero el resultado será un carácter sabio, maduro, afable y agradable a Dios

 ¡Debiéramos estar muy agradecidos por el privilegio de ser hijos de Dios! ¡Dios quiere que nosotros, sus hijos amados, seamos bendecidos con sus tesoros!

 Continuará…

Entradas populares de este blog

«Sumergidos en Su presencia»

“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”, Rom. 8:6 Para poder vivir una vida sobrenatural debemos mantenernos sumergidos en Su presencia. Pero si analizamos nuestra vida y nos ponemos a ver nuestra rutina de trabajo, nuestras deudas, las luchas diarias, ¿es esto vivir sumergidos en su presencia? ¿Por qué? Se nos olvida que como creyentes tenemos algo de mayor significado que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer: ¡las riquezas de la gloria de Dios en esta vida y en la futura! Si logramos comprender esto, NUNCA volveremos a ser los mismos. La llave para vivir la vida sobrenatural es la FE. Actuar por fe es el único camino a la vida sobrenatural (Romanos 5:1 y 2; Hebreos 11:6). Todos tenemos una fe natural; es la fe que mostramos en las cosas ordinarias que hacemos. La fe natural es necesaria para vivir la vida física; pero la Biblia habla de la fe espiritual como “…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, (Hebr...

¿Qué tanto conocemos a Dios?

“Así dijo Jehová : no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”, Jer. 9:23 y 24. Te has preguntado alguna vez, ¿Cuánto conozco verdaderamente a Dios? Generalmente todos queremos alcanzar nuestras metas, hacer tal o cual cosa, pero lo primero en nuestra vida debe ser conocer a Dios profundamente. Cuando conocemos a Dios podemos desarrollar nuestros dones y talentos positivamente. Si lo que hacemos no proviene de Él, entonces no tiene sentido. Recordemos que nuestra vida va más allá de todo lo natural que hacemos; todo lo que hagamos tiene implicación también en el mundo espiritual. Por tanto, nuestras vidas deben estar más apegadas a lo espiritual que a lo terrenal. Nuestra prioridad debe estar en tener y disfrutar de la presenci...

Reflexiones Cristianas - La Peor Ceguera de una Persona

Nosotros pensamos que la ceguera y la sordera espiritual son solamente del hombre impío. Pero la peor ceguera y sordera es la nuestra, la de quienes tenemos ojos para ver y oídos para oír, cuando volvemos la espalda al Espíritu Santo (Heb. 3:7-8). Nacimos de nuevo para ver el reino de Dios, y nacimos del Espíritu para entrar en este reino (Juan 3:3-5). Nuestros ojos fueron abiertos para ver a Cristo y su reino en nosotros, porque fuimos hechos por Él un reino y sacerdotes para Dios (Ap. 1:6). Pero, como aconteció con aquel ciego de Betsaida, nosotros, al principio, no percibimos claramente las cosas de Dios (Mr. 8:22-25). Los ojos de nuestro entendimiento aún deben ser abiertos que veamos más allá de nuestra redención (Ef. 1:18-19). Por eso es necesario que el milagro continúe, para que podamos ver totalmente. Necesitamos volvernos fructíferos en el conocimiento de Cristo. Para esto tenemos que añadir a nuestra fe la virtud. La fe sin obras es muerta, pero la fe operante, la fe que...