TENER FIRMEZA EN LA FE ES MUY PROVECHOSO
Rut respondió: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios.Rut 1.16
Por supuesto, Rut no sabía qué le depararía el futuro. Pero cuando estuvo en contacto con la Palabra del Señor por medio de su marido y de su suegra, Noemí, aprendió lo suficiente para creer en el Dios de Israel. Que todos los que sirven al Altísimo tengan la misma sabiduría para aprender de sus yernos, sus nueras, sus patrones o empleados, amigos, conocidos y desconocidos, a confiar completamente en Él.
Al quedarse viuda, Rut se unió a su suegra como si fuera su verdadera hija. Así debe ser con quien se casa. Ella también probó que había algo más; la fe en el Dios de los hebreos era infinitamente más importante que su cultura, su religión y sus amigos. Cuando la fe en el Señor ilumina a una persona, esta actúa como si hubiera encontrado un tesoro escondido en un campo, que, al hallarlo, lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo (San Mateo 13.44).
Noemí oyó decir que Dios visitó Israel y la sequía había acabado, por eso decidió volver a su tierra. Pero en aquel momento era viuda, no tenía a sus dos hijos y tenía dos nueras. Rut supo entender que lo poco que sabía del Señor era lo bastante para ir a la Tierra Prometida. Por eso fue firme en lo que sintió que era lo mejor. Esta debería ser la actitud de los que son instruidos respecto al único y verdadero Dios.
Noemí puso a prueba a sus nueras y, según se vio, Orfa dijo adiós a lo que el Altísimo podría haber hecho en su vida y volvió a su pueblo y a sus dioses. Después de eso, ya no se volvió a oír hablar de ella. En cambio, Rut se agarró a su suegra y esperó la nueva prueba. Sabía que sería una irresponsable si acallase en el corazón el eco que produjo la voz divina y que no valdría la pena perder la gran recompensa que le esperaba.
La perseverante nuera pasó la tercera prueba haciendo una linda declaración que han copiado millones de personas en sus invitaciones de boda: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti. Usted también será muy feliz si forma su vínculo con Jesús, porque donde Él esté, debe estar usted, no solo ahora, sino por los siglos de los siglos. Rut eligió la mejor parte, que jamás le quitarán.
Todo el que es llamado para ser miembro del Cuerpo de Cristo debería tomar la misma decisión, pero mucha gente, cuando aprende que seguir a Jesús incluye la renuncia y la sumisión plena a Él, desiste. Espere ser probado y, cuando lo sea, no caiga en las mentiras del enemigo y vuelva a su antigua vida.
¿A quién puede ir, si el Maestro es el Único que tiene palabras de vida eterna? (San Juan 6.68). El Señor corrige a todo aquel al que recibe como hijo y, si usted soporta la corrección, será aceptado como tal. Rut fue recompensada de todas las maneras posibles, y mucho más de lo que se imaginaba, porque fue un antepasado del rey David y del Señor Jesús.
Rut respondió: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios.Rut 1.16
Por supuesto, Rut no sabía qué le depararía el futuro. Pero cuando estuvo en contacto con la Palabra del Señor por medio de su marido y de su suegra, Noemí, aprendió lo suficiente para creer en el Dios de Israel. Que todos los que sirven al Altísimo tengan la misma sabiduría para aprender de sus yernos, sus nueras, sus patrones o empleados, amigos, conocidos y desconocidos, a confiar completamente en Él.
Al quedarse viuda, Rut se unió a su suegra como si fuera su verdadera hija. Así debe ser con quien se casa. Ella también probó que había algo más; la fe en el Dios de los hebreos era infinitamente más importante que su cultura, su religión y sus amigos. Cuando la fe en el Señor ilumina a una persona, esta actúa como si hubiera encontrado un tesoro escondido en un campo, que, al hallarlo, lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo (San Mateo 13.44).
Noemí oyó decir que Dios visitó Israel y la sequía había acabado, por eso decidió volver a su tierra. Pero en aquel momento era viuda, no tenía a sus dos hijos y tenía dos nueras. Rut supo entender que lo poco que sabía del Señor era lo bastante para ir a la Tierra Prometida. Por eso fue firme en lo que sintió que era lo mejor. Esta debería ser la actitud de los que son instruidos respecto al único y verdadero Dios.
Noemí puso a prueba a sus nueras y, según se vio, Orfa dijo adiós a lo que el Altísimo podría haber hecho en su vida y volvió a su pueblo y a sus dioses. Después de eso, ya no se volvió a oír hablar de ella. En cambio, Rut se agarró a su suegra y esperó la nueva prueba. Sabía que sería una irresponsable si acallase en el corazón el eco que produjo la voz divina y que no valdría la pena perder la gran recompensa que le esperaba.
La perseverante nuera pasó la tercera prueba haciendo una linda declaración que han copiado millones de personas en sus invitaciones de boda: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti. Usted también será muy feliz si forma su vínculo con Jesús, porque donde Él esté, debe estar usted, no solo ahora, sino por los siglos de los siglos. Rut eligió la mejor parte, que jamás le quitarán.
Todo el que es llamado para ser miembro del Cuerpo de Cristo debería tomar la misma decisión, pero mucha gente, cuando aprende que seguir a Jesús incluye la renuncia y la sumisión plena a Él, desiste. Espere ser probado y, cuando lo sea, no caiga en las mentiras del enemigo y vuelva a su antigua vida.
¿A quién puede ir, si el Maestro es el Único que tiene palabras de vida eterna? (San Juan 6.68). El Señor corrige a todo aquel al que recibe como hijo y, si usted soporta la corrección, será aceptado como tal. Rut fue recompensada de todas las maneras posibles, y mucho más de lo que se imaginaba, porque fue un antepasado del rey David y del Señor Jesús.