Estas cosas habló Jesús,y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre… ellos…han conocido verdaderamente que salí de ti,y han creído que tú me enviaste. Juan 17:1-8.
El Señor Jesús testificó varias veces que él había salido del Padre y había sido enviado por él. Había venido como hombre a esta tierra para revelarnos a Dios y al Padre. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (1:18). ¿Quién más que la persona que está en el seno del Padre habría podido revelarle? Que “había salido de Dios” prueba, por un lado, la procedencia del Señor Jesús y, por otro, estas palabras subrayan su venida voluntaria.
La expresión “el Padre que me envió” habla de su dependencia como ser humano. En plena armonía con el Padre, Él estaba dispuesto a ser enviado y cumplir su obra aquí abajo.
Todo aquel que es enviado por alguien recibe ciertos poderes del que lo envía. Éste también era el caso del Señor Jesús, quien recibió autoridad del Padre que le envió. Pero sólo los discípulos y algunas otras personas se subordinaron a Él. La mayor parte del pueblo judío lo rechazó y rehusó reconocerle este poder.
Los apóstoles que el Señor había elegido para ser sus compañeros en el tiempo de su ministerio habían reconocido verdaderamente que Él había salido del Padre y había sido enviado por él. El apóstol Pedro, quien a menudo hablaba por los demás, testificó cierta vez: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:68-69).
El Señor Jesús testificó varias veces que él había salido del Padre y había sido enviado por él. Había venido como hombre a esta tierra para revelarnos a Dios y al Padre. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (1:18). ¿Quién más que la persona que está en el seno del Padre habría podido revelarle? Que “había salido de Dios” prueba, por un lado, la procedencia del Señor Jesús y, por otro, estas palabras subrayan su venida voluntaria.
La expresión “el Padre que me envió” habla de su dependencia como ser humano. En plena armonía con el Padre, Él estaba dispuesto a ser enviado y cumplir su obra aquí abajo.
Todo aquel que es enviado por alguien recibe ciertos poderes del que lo envía. Éste también era el caso del Señor Jesús, quien recibió autoridad del Padre que le envió. Pero sólo los discípulos y algunas otras personas se subordinaron a Él. La mayor parte del pueblo judío lo rechazó y rehusó reconocerle este poder.