“…porque nada hay imposible para Dios”, Luc. 1:37
¿Habrá algo imposible para mí? Pregunta nuestro Dios quien nos creó. El mismo que te entretejió en el vientre de tu madre y que había pensado en ti antes de tu concepción. ¿Tus circunstancias son adversas y los gigantes se ven enormes? Yo soy más grande que cualquier cosa que quiera estorbar tu vida y robar tu paz. A pesar de la vejez de Sara pudo concebir. Ana clamó angustiada y desesperada, y su vientre se abrió. Elías se encontraba desesperado en el desierto, escondido en la cueva, pensando que iba a morir, alejado y sintiendo depresión. Pero allí donde él se encontraba, le di de comer, lo sustenté y le otorgué nuevo aliento.
Aquel ciego que clamaba, daba grandes voces para llamar la atención, yo lo escuché, yo lo atendí, sus ojos se abrieron, su milagro recibió.
Una mujer con el flujo de sangre, cansada, moribunda, pero todavía persistente, tocó el borde de sus vestiduras y además de sanidad recibió la salvación. Oprimidos y endemoniados para los que parecía que la libertad no llegaría, sin embargo, Dios los libró de sus cadenas. Escaseaba la comida en casa de la viuda, pero como ella obedeció a Su mandato, recibió el alimento. Dividió las aguas del Mar Rojo para que el pueblo de Israel pasara, alimentó a multitudes cuando parecía que no había nada. Él es Dios, el que lo conoce todo. Visitó la casa de Zaqueo para tener una confrontación que marcaría su vida. Para los demás, él no necesitaba nada, pero en su corazón, él anhelaba a Dios.
En el pasado Él hizo, pero en el presente sigue haciendo. Y aunque no lo entendamos o lo veamos, Él está obrando. Las cosas vendrán en su debido tiempo; sólo ten fe, sigue esperando. Ten paciencia y verás en tu vida el milagro. “Yo soy tu Dios quien te sostiene, no temas, que Yo te ayudo” La respuesta vendrá, sólo espera. No olvides que Él te ama y que nunca ha desamparado la obra de sus manos.
¿Habrá algo imposible para mí? Pregunta nuestro Dios quien nos creó. El mismo que te entretejió en el vientre de tu madre y que había pensado en ti antes de tu concepción. ¿Tus circunstancias son adversas y los gigantes se ven enormes? Yo soy más grande que cualquier cosa que quiera estorbar tu vida y robar tu paz. A pesar de la vejez de Sara pudo concebir. Ana clamó angustiada y desesperada, y su vientre se abrió. Elías se encontraba desesperado en el desierto, escondido en la cueva, pensando que iba a morir, alejado y sintiendo depresión. Pero allí donde él se encontraba, le di de comer, lo sustenté y le otorgué nuevo aliento.
Aquel ciego que clamaba, daba grandes voces para llamar la atención, yo lo escuché, yo lo atendí, sus ojos se abrieron, su milagro recibió.
Una mujer con el flujo de sangre, cansada, moribunda, pero todavía persistente, tocó el borde de sus vestiduras y además de sanidad recibió la salvación. Oprimidos y endemoniados para los que parecía que la libertad no llegaría, sin embargo, Dios los libró de sus cadenas. Escaseaba la comida en casa de la viuda, pero como ella obedeció a Su mandato, recibió el alimento. Dividió las aguas del Mar Rojo para que el pueblo de Israel pasara, alimentó a multitudes cuando parecía que no había nada. Él es Dios, el que lo conoce todo. Visitó la casa de Zaqueo para tener una confrontación que marcaría su vida. Para los demás, él no necesitaba nada, pero en su corazón, él anhelaba a Dios.
En el pasado Él hizo, pero en el presente sigue haciendo. Y aunque no lo entendamos o lo veamos, Él está obrando. Las cosas vendrán en su debido tiempo; sólo ten fe, sigue esperando. Ten paciencia y verás en tu vida el milagro. “Yo soy tu Dios quien te sostiene, no temas, que Yo te ayudo” La respuesta vendrá, sólo espera. No olvides que Él te ama y que nunca ha desamparado la obra de sus manos.