“…Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones…”, Heb. 3:15
¿Qué sucede? No entiendo, sólo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos... y ahora estoy tan confundido. ¿Qué pasa? ¿Por qué mi esposa corre y llora? Dicen que morí, pero no, estoy aquí, pero ellos no me ven y no puedo abrazarlos. ¡Oh! Ya veo, están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, soy yo mismo, que extraño. Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran, pero yo sólo veo, ya no siento dolor ni tristeza, es como ser un espectador.
Pasan los días, mi familia regresa a casa sin mí, les he dejado un gran vacío. Ya alguien ocupa mi puesto en el trabajo, todo vuelve a ser como antes, corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas; en fin, es como si nunca hubiese faltado yo, que bien, algunos compañeros se acuerdan de mí a ratos y lamentan que ya no esté.
Sin embargo, en mi familia el vacío persiste, mi esposa llora, está confundida, no sabe qué hacer sin mí, mi hija pequeña pregunta: ¿Dónde está papá? y mi esposa le dice que en el Cielo. Mi hija mayor acaba de comprender dolorosamente lo que es la muerte, no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, tampoco come. Mi perro se paró en la puerta y de ahí no hay quien lo saque; come, bebe agua y regresa a su puesto de espera. Pasa el tiempo, mi hijo cumple cuatro años y yo no estoy, él se aferra a su mamá, se ha vuelto tímido y retraído, no hay una figura paterna para él, ya papá no está... Mi hija, ya de 11 años, casi no habla, a veces su mamá la encuentra llorando, bajó mucho las calificaciones y no muestra interés por nada. Mi querida esposa, con toda la carga sobre sus hombros, la responsabilidad de los hijos pequeños, tiene que sonreír a los niños para darles fortaleza.
Ya pasó un año y todo sigue igual; en casa el vacío, la tristeza. En la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra y todo sigue igual sobre la marcha. ¿Sabes qué dijo el forense? Que morí por estrés, en mi cerebro reventó una vena por una subida de tensión que me dio, cuando me llamaron de mi trabajo y me dijeron que de los 10 camiones que solicité sólo llegaron 7. Todo acabó. Ahora me doy cuenta que para la empresa que trabajas siempre serás uno más, completamente reemplazable en cualquier momento, pero para mi familia era único e irreemplazable. Ahora me he dado cuenta que mi mejor empresa siempre fue mi familia… Mi querida familia.
Por favor dedícate a lo que de verdad es importante; todos necesitamos un trabajo que nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, pero no te entregues a una empresa, entrégate a tus seres queridos. Abraza a tus hijos, visita a tus padres, besa a tu esposa, llama a tus amigos, es a estos seres a quienes de verdad les harás falta cuando ya no estés. No esperes a que sea demasiado tarde.
¿Qué sucede? No entiendo, sólo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos... y ahora estoy tan confundido. ¿Qué pasa? ¿Por qué mi esposa corre y llora? Dicen que morí, pero no, estoy aquí, pero ellos no me ven y no puedo abrazarlos. ¡Oh! Ya veo, están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, soy yo mismo, que extraño. Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran, pero yo sólo veo, ya no siento dolor ni tristeza, es como ser un espectador.
Pasan los días, mi familia regresa a casa sin mí, les he dejado un gran vacío. Ya alguien ocupa mi puesto en el trabajo, todo vuelve a ser como antes, corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas; en fin, es como si nunca hubiese faltado yo, que bien, algunos compañeros se acuerdan de mí a ratos y lamentan que ya no esté.
Sin embargo, en mi familia el vacío persiste, mi esposa llora, está confundida, no sabe qué hacer sin mí, mi hija pequeña pregunta: ¿Dónde está papá? y mi esposa le dice que en el Cielo. Mi hija mayor acaba de comprender dolorosamente lo que es la muerte, no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, tampoco come. Mi perro se paró en la puerta y de ahí no hay quien lo saque; come, bebe agua y regresa a su puesto de espera. Pasa el tiempo, mi hijo cumple cuatro años y yo no estoy, él se aferra a su mamá, se ha vuelto tímido y retraído, no hay una figura paterna para él, ya papá no está... Mi hija, ya de 11 años, casi no habla, a veces su mamá la encuentra llorando, bajó mucho las calificaciones y no muestra interés por nada. Mi querida esposa, con toda la carga sobre sus hombros, la responsabilidad de los hijos pequeños, tiene que sonreír a los niños para darles fortaleza.
Ya pasó un año y todo sigue igual; en casa el vacío, la tristeza. En la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra y todo sigue igual sobre la marcha. ¿Sabes qué dijo el forense? Que morí por estrés, en mi cerebro reventó una vena por una subida de tensión que me dio, cuando me llamaron de mi trabajo y me dijeron que de los 10 camiones que solicité sólo llegaron 7. Todo acabó. Ahora me doy cuenta que para la empresa que trabajas siempre serás uno más, completamente reemplazable en cualquier momento, pero para mi familia era único e irreemplazable. Ahora me he dado cuenta que mi mejor empresa siempre fue mi familia… Mi querida familia.
Por favor dedícate a lo que de verdad es importante; todos necesitamos un trabajo que nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, pero no te entregues a una empresa, entrégate a tus seres queridos. Abraza a tus hijos, visita a tus padres, besa a tu esposa, llama a tus amigos, es a estos seres a quienes de verdad les harás falta cuando ya no estés. No esperes a que sea demasiado tarde.