“Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas”, Salmos 95:4
Este versículo estaba impreso en la camisa que los mineros llevaban puesta cuando salieron a la superficie. Es la primera vez en la historia en la que unos mineros son rescatados después de tantos días: sin duda es un Milagro de Dios. Así, fueron saliendo uno por uno. El miércoles salió un minero, el número veinticuatro en ser rescatado; su nombre: José Henríquez, quien fungió como guía espiritual de los mineros. ¡Este hombre era creyente, un cristiano como nosotros!
En cada mensaje que enviaba a través de un video desde la mina pudimos ver cómo su fe estaba puesta en el Señor, cómo confiaba en que Dios los guardaría y que pronto estarían bien, ¡Que ejemplo de fe! No es fácil permanecer más de dos meses en una mina oscura, separado de todos tus seres queridos y de tu ambiente. Realmente se necesita fe para poder creer que todo iba a salir bien.
Muchos de nosotros nos quejamos por cosas tan pequeñas e insignificantes, sin darnos cuenta del valor que nos da el hecho de tener vida. Al oír varios testimonios de estos mineros y cómo ellos mencionan que tienen una nueva oportunidad de vida o que su vida ha cambiado después de este suceso, no puedo dejar de pensar sobre lo valiosa que es nuestra vida y lo poco que la valoramos como tal. Quizás ninguno de nosotros ha pasado por un momento como el que ellos pasaron, pero qué bueno es saber que a pesar de las circunstancias que estos hombres tuvieron que vivir, jamás dejaron de sonreír y confiar en que con la ayuda de Dios iban a salir a la superficie.
Hoy es un buen día para agradecer al Señor por el cuidado que ha tenido sobre estos hombres, pero más aun, por el cuidado que ha tenido de nosotros.
Este versículo estaba impreso en la camisa que los mineros llevaban puesta cuando salieron a la superficie. Es la primera vez en la historia en la que unos mineros son rescatados después de tantos días: sin duda es un Milagro de Dios. Así, fueron saliendo uno por uno. El miércoles salió un minero, el número veinticuatro en ser rescatado; su nombre: José Henríquez, quien fungió como guía espiritual de los mineros. ¡Este hombre era creyente, un cristiano como nosotros!
En cada mensaje que enviaba a través de un video desde la mina pudimos ver cómo su fe estaba puesta en el Señor, cómo confiaba en que Dios los guardaría y que pronto estarían bien, ¡Que ejemplo de fe! No es fácil permanecer más de dos meses en una mina oscura, separado de todos tus seres queridos y de tu ambiente. Realmente se necesita fe para poder creer que todo iba a salir bien.
Muchos de nosotros nos quejamos por cosas tan pequeñas e insignificantes, sin darnos cuenta del valor que nos da el hecho de tener vida. Al oír varios testimonios de estos mineros y cómo ellos mencionan que tienen una nueva oportunidad de vida o que su vida ha cambiado después de este suceso, no puedo dejar de pensar sobre lo valiosa que es nuestra vida y lo poco que la valoramos como tal. Quizás ninguno de nosotros ha pasado por un momento como el que ellos pasaron, pero qué bueno es saber que a pesar de las circunstancias que estos hombres tuvieron que vivir, jamás dejaron de sonreír y confiar en que con la ayuda de Dios iban a salir a la superficie.
Hoy es un buen día para agradecer al Señor por el cuidado que ha tenido sobre estos hombres, pero más aun, por el cuidado que ha tenido de nosotros.