“… y me has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios”, 1ª Cr. 17:17
1- El egoísmo: las personas egoístas son incapaces de trabajar en equipo, sólo trabajan con personas sumisas que alimentan su ego, las cuales por quedar bien con éste aceptan y apoyan toda decisión intimidados por su personalidad egoísta. En las crisis, los egoístas quedan absolutamente solos porque nadie les quitará el privilegio de devorar todo su fracaso.
2- La desconfianza: si un líder desconfía de su gente, su grupo engendrará desconfianza y sospecharán el uno del otro. Esto trae como consecuencia que no compartan sus ideas por el temor de revelar información comprometedora. En la crisis, todos se sienten traicionados y se culpan mutuamente.
3- La soberbia: la falta de humildad estanca la creatividad de un grupo. Nadie quiere aportar sus ideas cuando el líder es incapaz de recibirlas con interés. El soberbio cree que todo lo hace perfecto y desprecia los aportes de quienes están debajo de su autoridad. Esto trae como consecuencia falta de entusiasmo. En las crisis se descubre que muchos habían advertido lo que estaba por ocurrir y para evitar el mal momento de comentárselo al soberbio dejaron que éste lo descubra demasiado tarde.
4- La altivez: el que pretende que nunca necesita ayuda, nadie lo ayudará para no ofenderlo. El grupo proyectará que nunca ocurra nada que el líder altivo no pueda solucionar por sí mismo. La gente tendrá la tendencia de acercarle una mayor cantidad de problemas de los que debe atender y cuando sobrevenga una crisis estará sobrecargado de tareas, con riesgos de ser aplastado.
5- La exageración: la persona que cree saberlo todo tiene la tendencia a opinar de todas las cosas; a veces sufre de incontinencia verbal. Cuando es descubierto en un exceso, hablando con suficiencia de lo que ignora, pierde la credibilidad de su grupo y adquiere la categoría de charlatán. Un charlatán es la última persona a la que se acude en una crisis.
6- La competencia: el líder que compite contra su equipo lo hace en una desigualdad de fuerzas que implica deslealtad. La gente suele dejar ganar a su líder para que se sienta bien y no los moleste pidiendo permanentes revanchas. El problema es que mientras el líder se entretiene ganándole a su equipo, sus verdaderos competidores le pasan por encima.
7- La humillación: un grupo de personas resentidas tendrá la tendencia a quebrarse antes de enfrentar el desafío de una crisis. La humildad es una virtud que cada uno debe desarrollar por su propia decisión. El líder que cree que está a la cabeza para humillar a su grupo faltándoles al respeto, cosechará más resentimientos que humildad. Un líder sabio desarrollará la humildad de su equipo por imitación y no por humillación reiterada.
1- El egoísmo: las personas egoístas son incapaces de trabajar en equipo, sólo trabajan con personas sumisas que alimentan su ego, las cuales por quedar bien con éste aceptan y apoyan toda decisión intimidados por su personalidad egoísta. En las crisis, los egoístas quedan absolutamente solos porque nadie les quitará el privilegio de devorar todo su fracaso.
2- La desconfianza: si un líder desconfía de su gente, su grupo engendrará desconfianza y sospecharán el uno del otro. Esto trae como consecuencia que no compartan sus ideas por el temor de revelar información comprometedora. En la crisis, todos se sienten traicionados y se culpan mutuamente.
3- La soberbia: la falta de humildad estanca la creatividad de un grupo. Nadie quiere aportar sus ideas cuando el líder es incapaz de recibirlas con interés. El soberbio cree que todo lo hace perfecto y desprecia los aportes de quienes están debajo de su autoridad. Esto trae como consecuencia falta de entusiasmo. En las crisis se descubre que muchos habían advertido lo que estaba por ocurrir y para evitar el mal momento de comentárselo al soberbio dejaron que éste lo descubra demasiado tarde.
4- La altivez: el que pretende que nunca necesita ayuda, nadie lo ayudará para no ofenderlo. El grupo proyectará que nunca ocurra nada que el líder altivo no pueda solucionar por sí mismo. La gente tendrá la tendencia de acercarle una mayor cantidad de problemas de los que debe atender y cuando sobrevenga una crisis estará sobrecargado de tareas, con riesgos de ser aplastado.
5- La exageración: la persona que cree saberlo todo tiene la tendencia a opinar de todas las cosas; a veces sufre de incontinencia verbal. Cuando es descubierto en un exceso, hablando con suficiencia de lo que ignora, pierde la credibilidad de su grupo y adquiere la categoría de charlatán. Un charlatán es la última persona a la que se acude en una crisis.
6- La competencia: el líder que compite contra su equipo lo hace en una desigualdad de fuerzas que implica deslealtad. La gente suele dejar ganar a su líder para que se sienta bien y no los moleste pidiendo permanentes revanchas. El problema es que mientras el líder se entretiene ganándole a su equipo, sus verdaderos competidores le pasan por encima.
7- La humillación: un grupo de personas resentidas tendrá la tendencia a quebrarse antes de enfrentar el desafío de una crisis. La humildad es una virtud que cada uno debe desarrollar por su propia decisión. El líder que cree que está a la cabeza para humillar a su grupo faltándoles al respeto, cosechará más resentimientos que humildad. Un líder sabio desarrollará la humildad de su equipo por imitación y no por humillación reiterada.