La Biblia dice que somos extranjeros aquí en la tierra, que nuestra ciudadanía está en el reino de los cielos, ahora nuestro pasaporte dice: hijo de Dios, y vayamos a donde vayamos seguiremos siendo hijos de Dios.
Nada es más triste que aquellos que han sido llamados a ser “luz y sal” en este mundo dejen de iluminar o pierdan su sabor volviéndose inútiles.
Por mucho tiempo Dios estuvo advirtiendo al pueblo de Israel acerca del peligro de perder su identidad como pueblo escogido por Dios hasta que por fin se cumplió lo que temían. En el año 586 a. C. la ciudad de Jerusalén fue arrasada por el ejército enemigo y sus jóvenes fueron llevados prisioneros a la corte real. El conquistador tenía una estrategia: hacer que esos jóvenes perdieran su identidad de judíos y pasaran al servicio del nuevo emperador (Daniel 1:5).
Nabucodonosor ordenó también que a esos jóvenes se les diera todos los días de los mismos alimentos y vinos que a él le servían, y que los educaran durante tres años, al cabo de los cuales quedarían a su servicio. Pero entre ellos había cuatro que no estaban dispuestos a tal cosa y desde lo más profundo de su corazón se dispusieron a mantenerse fieles a Dios (Daniel 1:8).
Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida del rey, y pidió al jefe del servicio de palacio que no le obligara a contaminarse con tales alimentos. Esta fidelidad iba a ser probada duramente ya que mientras ellos sólo comían legumbres sus compañeros degustarían de los más deliciosos manjares (Daniel 1:12).
La tentación siempre estará acechando a la “vuelta de la esquina” a cualquiera que tome tan firme decisión. Pero tanto sacrificio tendrá su recompensa. Daniel y sus compañeros israelitas cumplieron con toda fidelidad los mandatos de su Dios, y el Señor los recompensó dándoles una salud y un aspecto mejores que el de los jóvenes alimentados con la misma comida que se servía al rey (Daniel 1:15 y 20). Esta es la voluntad de Dios para todos aquellos que se dicen ser cristianos, que tengamos celo por Su Palabra y aún que sacrifiquemos nuestras vidas por causa de Él.
No permitas que el mundo te haga perder tu identidad como cristiano. Dios hará de ti una persona mucho más sabia que aquellos que viven ignorando a Dios. Lucha, resiste, esfuérzate por ser fiel a Dios y si eso te mete en problemas, no te preocupes, Dios tiene poder para salvar a sus fieles aun en las situaciones más riesgosas.
Nada es más triste que aquellos que han sido llamados a ser “luz y sal” en este mundo dejen de iluminar o pierdan su sabor volviéndose inútiles.
Por mucho tiempo Dios estuvo advirtiendo al pueblo de Israel acerca del peligro de perder su identidad como pueblo escogido por Dios hasta que por fin se cumplió lo que temían. En el año 586 a. C. la ciudad de Jerusalén fue arrasada por el ejército enemigo y sus jóvenes fueron llevados prisioneros a la corte real. El conquistador tenía una estrategia: hacer que esos jóvenes perdieran su identidad de judíos y pasaran al servicio del nuevo emperador (Daniel 1:5).
Nabucodonosor ordenó también que a esos jóvenes se les diera todos los días de los mismos alimentos y vinos que a él le servían, y que los educaran durante tres años, al cabo de los cuales quedarían a su servicio. Pero entre ellos había cuatro que no estaban dispuestos a tal cosa y desde lo más profundo de su corazón se dispusieron a mantenerse fieles a Dios (Daniel 1:8).
Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida del rey, y pidió al jefe del servicio de palacio que no le obligara a contaminarse con tales alimentos. Esta fidelidad iba a ser probada duramente ya que mientras ellos sólo comían legumbres sus compañeros degustarían de los más deliciosos manjares (Daniel 1:12).
La tentación siempre estará acechando a la “vuelta de la esquina” a cualquiera que tome tan firme decisión. Pero tanto sacrificio tendrá su recompensa. Daniel y sus compañeros israelitas cumplieron con toda fidelidad los mandatos de su Dios, y el Señor los recompensó dándoles una salud y un aspecto mejores que el de los jóvenes alimentados con la misma comida que se servía al rey (Daniel 1:15 y 20). Esta es la voluntad de Dios para todos aquellos que se dicen ser cristianos, que tengamos celo por Su Palabra y aún que sacrifiquemos nuestras vidas por causa de Él.
No permitas que el mundo te haga perder tu identidad como cristiano. Dios hará de ti una persona mucho más sabia que aquellos que viven ignorando a Dios. Lucha, resiste, esfuérzate por ser fiel a Dios y si eso te mete en problemas, no te preocupes, Dios tiene poder para salvar a sus fieles aun en las situaciones más riesgosas.