“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”, Heb. 10:23
CUARTO CASO: Josué (Jos. 8:1 a 26)
Dios envía a Josué a Hai para conquistarla mediante una emboscada. En medio de la batalla, el Señor le da instrucciones precisas y le dice: “Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano” (v. 18). Josué obedeció y el número de los que cayeron aquel día fue de doce mil, de los de la ciudad de Hai. El punto clave está en el verso 26: “Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai”.
Dios le dio la estrategia de guerra y le dio una orden en medio de la batalla: ¡LEVANTA LA LANZA! Josué obedeció la instrucción sin cuestionar hasta que hubo obtenido la victoria. No bajó la guardia hasta que Hai fue destruida. Si Josué hubiera bajado la lanza probablemente los de Hai los hubieran destruido a ellos. Cuando Dios nos habla y nos manda a hacer algo, hay que obedecer y permanecer en ello. No bajar la guardia es el requisito para tener la victoria.
CONCLUSIÓN
El caso de Abraham tiene que ver con la oración y la intercesión. Si Abraham hubiera permanecido intercediendo, Dios no destruye Sodoma. ¡No bajes la guardia en la oración ni la intercesión! Nuestra familia depende de ello.
El caso de Joás tiene que ver con las luchas diarias que enfrentamos. Si Joás hubiera insistido al golpear la tierra, hubiera tenido victoria total. Se conformó con una victoria parcial.
El caso de Moisés tiene que ver con la guerra espiritual. Si Moisés hubiera bajado la guardia, Amalec los hubiera derrotado. El caso de Josué tiene que ver con un mandato específico de Dios (un llamado, un ministerio, una actividad). Si Josué no levanta la lanza, o si la hubiera bajado a media pelea, los de Hai los hubieran derrotado a ellos.
¡NO BAJES LA GUARDIA!
CUARTO CASO: Josué (Jos. 8:1 a 26)
Dios envía a Josué a Hai para conquistarla mediante una emboscada. En medio de la batalla, el Señor le da instrucciones precisas y le dice: “Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano” (v. 18). Josué obedeció y el número de los que cayeron aquel día fue de doce mil, de los de la ciudad de Hai. El punto clave está en el verso 26: “Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai”.
Dios le dio la estrategia de guerra y le dio una orden en medio de la batalla: ¡LEVANTA LA LANZA! Josué obedeció la instrucción sin cuestionar hasta que hubo obtenido la victoria. No bajó la guardia hasta que Hai fue destruida. Si Josué hubiera bajado la lanza probablemente los de Hai los hubieran destruido a ellos. Cuando Dios nos habla y nos manda a hacer algo, hay que obedecer y permanecer en ello. No bajar la guardia es el requisito para tener la victoria.
CONCLUSIÓN
El caso de Abraham tiene que ver con la oración y la intercesión. Si Abraham hubiera permanecido intercediendo, Dios no destruye Sodoma. ¡No bajes la guardia en la oración ni la intercesión! Nuestra familia depende de ello.
El caso de Joás tiene que ver con las luchas diarias que enfrentamos. Si Joás hubiera insistido al golpear la tierra, hubiera tenido victoria total. Se conformó con una victoria parcial.
El caso de Moisés tiene que ver con la guerra espiritual. Si Moisés hubiera bajado la guardia, Amalec los hubiera derrotado. El caso de Josué tiene que ver con un mandato específico de Dios (un llamado, un ministerio, una actividad). Si Josué no levanta la lanza, o si la hubiera bajado a media pelea, los de Hai los hubieran derrotado a ellos.
¡NO BAJES LA GUARDIA!