“El deseo cumplido regocija el alma; pero apartarse del mal es abominación a los necios”, Prov. 13:19
Es interesante notar que al principio los discípulos no nos impresionan como siendo hombres claves; ninguno de ellos ocupó lugares prominentes en la sinagoga ni tampoco pertenecían al sacerdocio levítico. La mayoría de ellos eran obreros comunes, sin un entrenamiento profesional y con sólo un conocimiento rudimentario para tener una vocación, no tenían títulos académicos. Jesucristo modeló la verdad en ellos; ellos lo observaron sanando las personas y levantando a los muertos. Ahora, ¿Por qué hemos citado todo esto? Para retarlos a que encuentren una estrategia humana para el crecimiento de la iglesia y no la van a encontrar.
En Lucas 8:1 tenemos la estrategia divina para el igle - crecimiento: ¡Predicar el evangelio! Por eso la gente fue impactada; en las condiciones y enredos en los que vivía la gente en el primer siglo, Jesucristo impactó el pensamiento de la gente con las verdades que hablaba y no podían alejarse de aquella verdad. La gente seguía viniendo y viniendo y cada vez era una gran multitud.
En Lucas 8:2 y 3 leemos que muchas mujeres estaban utilizando sus bienes para ayudar al ministerio de Jesús. No se trataba de una manipulación, sino de una respuesta de agradecimiento porque sus vidas estaban siendo tocadas, sus necesidades estaban siendo satisfechas y por lo tanto ellas abrían sus carteras para apoyar el ministerio de Jesucristo.
En el v. 4 vemos un cambio; en el v. 1 dice que ellos iban de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, pero ahora la multitud es tan grande que ellos tienen que permanecer en un solo lugar y eran las multitudes las que venían. Quizás en este momento los discípulos estarían sorprendidos con los logros obtenidos junto al Maestro y quizás estarían pensando: ¿Cómo seguimos haciendo crecer esto?
Preguntémonos, ¿Estás contento con lo que estás haciendo? ¿Estás contento con los logros alcanzados? ¿Sigues persistiendo en hacer más cosas, pero tienes gratitud también por lo que ya has logrado? ¿Estás satisfecho en el punto en el que te encuentras?
No hay nada de malo en el crecimiento siempre que éste venga de Dios y venga en Su voluntad; pero, ¿y si éste no ocurre? ¿Sigues contento con Jesucristo y le alabas? Si estamos haciendo todo lo que debemos, aun cuando no experimentemos el crecimiento, debemos tener gratitud.
Es interesante notar que al principio los discípulos no nos impresionan como siendo hombres claves; ninguno de ellos ocupó lugares prominentes en la sinagoga ni tampoco pertenecían al sacerdocio levítico. La mayoría de ellos eran obreros comunes, sin un entrenamiento profesional y con sólo un conocimiento rudimentario para tener una vocación, no tenían títulos académicos. Jesucristo modeló la verdad en ellos; ellos lo observaron sanando las personas y levantando a los muertos. Ahora, ¿Por qué hemos citado todo esto? Para retarlos a que encuentren una estrategia humana para el crecimiento de la iglesia y no la van a encontrar.
En Lucas 8:1 tenemos la estrategia divina para el igle - crecimiento: ¡Predicar el evangelio! Por eso la gente fue impactada; en las condiciones y enredos en los que vivía la gente en el primer siglo, Jesucristo impactó el pensamiento de la gente con las verdades que hablaba y no podían alejarse de aquella verdad. La gente seguía viniendo y viniendo y cada vez era una gran multitud.
En Lucas 8:2 y 3 leemos que muchas mujeres estaban utilizando sus bienes para ayudar al ministerio de Jesús. No se trataba de una manipulación, sino de una respuesta de agradecimiento porque sus vidas estaban siendo tocadas, sus necesidades estaban siendo satisfechas y por lo tanto ellas abrían sus carteras para apoyar el ministerio de Jesucristo.
En el v. 4 vemos un cambio; en el v. 1 dice que ellos iban de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, pero ahora la multitud es tan grande que ellos tienen que permanecer en un solo lugar y eran las multitudes las que venían. Quizás en este momento los discípulos estarían sorprendidos con los logros obtenidos junto al Maestro y quizás estarían pensando: ¿Cómo seguimos haciendo crecer esto?
Preguntémonos, ¿Estás contento con lo que estás haciendo? ¿Estás contento con los logros alcanzados? ¿Sigues persistiendo en hacer más cosas, pero tienes gratitud también por lo que ya has logrado? ¿Estás satisfecho en el punto en el que te encuentras?
No hay nada de malo en el crecimiento siempre que éste venga de Dios y venga en Su voluntad; pero, ¿y si éste no ocurre? ¿Sigues contento con Jesucristo y le alabas? Si estamos haciendo todo lo que debemos, aun cuando no experimentemos el crecimiento, debemos tener gratitud.