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“Tiempo y Ocasión”



“Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos”, Ecl. 9:11

Todos coincidimos al señalar que el mundo en general está atravesando por momentos difíciles en todas las áreas: economía, clima, seguridad, valores, etc.; pero para nosotros la iglesia de Jesucristo son momentos históricos. Dios nos ha dado el tiempo y la ocasión para realizar la parte que nos corresponde en este momento dentro de su obra.
Ejemplos de la “ocasión perdida”:
Saúl
(1ª Sam. 13:13 y 14): tenía ya dos años reinando Saúl sobre Israel cuando se enfrenta con los filisteos. Samuel le había dicho que esperara en Gilgal, pero al ver que no llegaba ofreció holocausto y ofrendas de paz, algo que sólo debía hacer el sacerdote. Actuó locamente, no guardó el mandamiento de Dios y Samuel le dijo: “Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre”. Se perdió una oportunidad única y Dios rompió su reino y se lo dio a otro mejor que él. Por su DESOBEDIENCIA y OBSTINACIÓN Saúl perdió la ocasión.
Giezi (2ª Reyes 5:25 – 27): Naamán, general del ejército de Siria, era leproso. Una de sus sirvientes le recomendó que fuera al profeta Eliseo que estaba en Samaria. El profeta le manda instrucciones precisas para que se lavara siete veces en el Jordán y sería limpio. Naamán se regresa enojado por tal indicación, pero sus criados lo convencen para que obedezca las instrucciones. Él entonces obedeció, fue y se zambulló siete veces en el Jordán y quedó limpio. Entonces, regresó para ver a Eliseo y entregarle las riquezas que llevaba a modo de agradecimiento. Eliseo no las aceptó, pero Giezi (su siervo) mintió para obtenerlas y como consecuencia, la lepra de Naamán se le pegó a él. Despreció la oportunidad de Dios: el manto de Elías estaba sobre Eliseo y era muy probable que… ¡iba a ser SUYO! La AMBICIÓN y la MENTIRA le hicieron perder la ocasión.
Esaú (Gén. 25:32): los dos hijos de Isaac eran muy diferentes; Esaú, el mayor, era diestro en la caza, hombre de campo, y Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. Isaac amaba a Esaú y Rebeca a Jacob. Cierto día Jacob hizo un guiso, y regresando del campo Esaú le pidió; a cambio de un plato del guiso Jacob le pidió a Esaú su primogenitura. Esaú menospreció la primogenitura (y las bendiciones que ésta incluía) y se la cedió a su hermano. Esaú tuvo en poco la ocasión que Dios le daba para bendecirlo y por MEDIOCRIDAD y GLOTONERÍA se la cedió a Jacob.

No debemos dejar escapar el tiempo, de lo contrario será una pérdida irreparable. HOY es el día; ÉSTA es la hora. Hagamos lo que nos corresponde.

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