“…porque todas la promesas de Dios son en Él sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”, 2ª Cor. 1:20
Pero también tenemos promesas desestimadas; cuando las circunstancias y las presiones de la vida desbordan nuestras emociones, corremos el riesgo de cancelar las promesas divinas. Los arrebatos, la terquedad, son un serio peligro (ejemplo: “no golpees la peña”, “destruye a Amalec”).
¿Cómo puede un líder desestimar las promesas de Dios?:
1- No creerlas (“no, es imposible”)
2- No entenderlas
3- Creerlas y no aceptarlas (“yo quería otra cosa”)
4- Sólo olvidarlas (el error más común)
5- Postergar la obediencia
6- No guardarse limpio
7- No estar dispuesto a pagar el precio (“Abraham, dame tu hijo, tu único hijo”)
Desestimar las promesas de Dios es causa de desorientación, postergación, resignación y juicio. ¡Un bien eterno que es rechazado se convierte en un mal permanente!
La vida de fe en el Señor nos convierte en líderes herederos y poseedores de lo prometido por Dios. Creer en las promesas divinas es creer en Jesús, en quien se cumple TODA la Palabra. A veces nos cuesta creer porque suele pasar que las promesas del Señor tienen un alcance superior a:
1- Nuestras posibilidades
2- Nuestras fuerzas
3- Nuestra imaginación
4- Nuestro periodo de vida terrenal
5- Nuestra propia generación
Lo que veremos estando en gloria veámoslo hoy para poseerlo por la fe, poniendo todo el empeño para concretar lo que esté en nuestro tiempo.
Pero también tenemos promesas desestimadas; cuando las circunstancias y las presiones de la vida desbordan nuestras emociones, corremos el riesgo de cancelar las promesas divinas. Los arrebatos, la terquedad, son un serio peligro (ejemplo: “no golpees la peña”, “destruye a Amalec”).
¿Cómo puede un líder desestimar las promesas de Dios?:
1- No creerlas (“no, es imposible”)
2- No entenderlas
3- Creerlas y no aceptarlas (“yo quería otra cosa”)
4- Sólo olvidarlas (el error más común)
5- Postergar la obediencia
6- No guardarse limpio
7- No estar dispuesto a pagar el precio (“Abraham, dame tu hijo, tu único hijo”)
Desestimar las promesas de Dios es causa de desorientación, postergación, resignación y juicio. ¡Un bien eterno que es rechazado se convierte en un mal permanente!
La vida de fe en el Señor nos convierte en líderes herederos y poseedores de lo prometido por Dios. Creer en las promesas divinas es creer en Jesús, en quien se cumple TODA la Palabra. A veces nos cuesta creer porque suele pasar que las promesas del Señor tienen un alcance superior a:
1- Nuestras posibilidades
2- Nuestras fuerzas
3- Nuestra imaginación
4- Nuestro periodo de vida terrenal
5- Nuestra propia generación
Lo que veremos estando en gloria veámoslo hoy para poseerlo por la fe, poniendo todo el empeño para concretar lo que esté en nuestro tiempo.