“Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino”, Prov. 3:13 y 14
¿Qué es la excelencia? ¿La excelencia se hereda? ¿Se nace con ella? ¿Se puede generar, crear o desarrollar una vida de excelencia? ¿Cómo? ¿Qué elementos forman la excelencia? ¿Conoces a una persona de excelencia?
[caption id="attachment_2043" align="aligncenter" width="320" caption="La Sabiduría"][/caption]
La excelencia sólo se consigue cuando conocemos, aprendemos e integramos a nuestro carácter algunos principios básicos universales y divinos. El carácter es un elemento de la excelencia. Lo que somos habla más fuerte que cualquier cosa que digamos. Existen por lo menos siete hábitos que llevados a la práctica constante nos llevan a los principios de la excelencia.
Cuando los demás difieren de nosotros pensamos que ellos están mal o que algo malo les ocurre.
La excelencia se basa en la idea de que el carácter debe estar fundamentado en principios universales que sirven como “faros”. Esos principios fundamentales son: la rectitud (equidad y justicia), la integridad, la honestidad (confianza), la dignidad humana, el servicio, la calidad y la paciencia.
Los principios anteriores no son prácticas, son verdades profundas que se convierten en hábitos si los interiorizamos. Son directrices para la conducta humana.
La clave de la excelencia debe buscarse y generarse “de adentro hacia fuera”. Esto significa empezar por la persona, por su carácter, por su motivación.
También significa que la excelencia es un proceso, es como un espiral ascendente de crecimiento.
¡Seamos entonces excelentes! ¡Hagámonos amigos de la excelencia!
¿Qué es la excelencia? ¿La excelencia se hereda? ¿Se nace con ella? ¿Se puede generar, crear o desarrollar una vida de excelencia? ¿Cómo? ¿Qué elementos forman la excelencia? ¿Conoces a una persona de excelencia?
[caption id="attachment_2043" align="aligncenter" width="320" caption="La Sabiduría"][/caption]
La excelencia sólo se consigue cuando conocemos, aprendemos e integramos a nuestro carácter algunos principios básicos universales y divinos. El carácter es un elemento de la excelencia. Lo que somos habla más fuerte que cualquier cosa que digamos. Existen por lo menos siete hábitos que llevados a la práctica constante nos llevan a los principios de la excelencia.
Primero, debemos saber que la excelencia tiene que ver con cómo son las cosas en realidad y cómo deberían ser. El modo en que vemos las cosas determina nuestras actitudes y conductas. Esa manera particular que tenemos para percibir y apreciar las cosas está determinada por lo que nos han enseñado o lo que hemos visto sobre la excelencia. Por eso, tendemos a creer que vemos las cosas como son, cuando en realidad las vemos como somos nosotros o como se nos ha condicionado para que las veamos.
Cuando los demás difieren de nosotros pensamos que ellos están mal o que algo malo les ocurre.
La excelencia se basa en la idea de que el carácter debe estar fundamentado en principios universales que sirven como “faros”. Esos principios fundamentales son: la rectitud (equidad y justicia), la integridad, la honestidad (confianza), la dignidad humana, el servicio, la calidad y la paciencia.
Los principios anteriores no son prácticas, son verdades profundas que se convierten en hábitos si los interiorizamos. Son directrices para la conducta humana.
La clave de la excelencia debe buscarse y generarse “de adentro hacia fuera”. Esto significa empezar por la persona, por su carácter, por su motivación.
También significa que la excelencia es un proceso, es como un espiral ascendente de crecimiento.
¡Seamos entonces excelentes! ¡Hagámonos amigos de la excelencia!