“… y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David”, 1ª Sam. 16:13b
En la vida de David vemos lo que Dios puede hacer en las personas que se prestan como cauces de su poder y buscan su perdón para sus fallas. David contradice el mito de que el poder o la perfección humana son cualidades que se deben tener para experimentar el poder de Dios.
David fue un hombre que llegó al corazón de Dios; esto incluye la inteligencia divina, su misericordia y su voluntad soberana. Esto significa: pensar como Él, recibir y expresar su amor y hacer su voluntad. Un corazón conforme al de Dios es una reproducción del corazón divino.
Gracias a David descubrimos la necesidad de ser personas conforme al corazón de Dios, el deseo de ser arcilla moldeable en sus manos para que sus pensamientos queden moldeados en nuestro cerebro, su Espíritu llene nuestras emociones y su voluntad guíe a las nuestras. Analizaremos la vida de David en las diferentes épocas de su vida, para ver lo que Dios hizo en él:
1- David como pastor joven (1ª Sam. 16): Dios era todo para David: su protector, su proveedor y su propósito. Lo que David trataba de ser para su rebaño, Dios lo había sido para él. El Salmo 23 refleja la confianza de David en Jehová como pastor de su vida. La mente de David era receptiva, sus emociones abiertas y libres, y su voluntad lista para obedecer. Era un hombre que deseaba por encima de todo complacer y servir a su Señor. Cuando Samuel es llevado con David le da una orden (v. 7); a partir de ese momento, el Espíritu de Dios descendió sobre David con poder. David no se veía a sí mismo como el futuro líder de Israel; él sólo ansiaba llegar al corazón de Dios.
2- David en la corte de Saúl: fue un tiempo de madurez. David era fiel y leal, incluso cuando Saúl estaba paranoico. Durante ese tiempo de angustia David demostró otra característica digna de admirar: sus relaciones con otros estaban llenas de amor. Ejemplo, su amistad con Jonatan, el hijo de Saúl. Otro aspecto de su carácter lo vemos después que llegó a ser rey de Israel al llevar el arca del pacto a Jerusalén: David era un hombre de emociones intensas, tenía libertad para gozarse en la presencia de Dios y darle a Él la gloria (2ª Sam. 6:14). Era libre para expresar sus emociones a Dios y a los demás.
Continuará…