“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”, Gál. 5:22 y 23
Un don es algo dado por otro libre, gratuita y benévolamente. Los dones son algunas de las maneras mediante las cuales Dios actúa a través de la vida de los creyentes. El fruto del Espíritu Santo es el carácter y la naturaleza de Jesucristo exteriorizado en la vida del creyente.
Tanto los dones como el fruto son de vital importancia; sin embargo, se ha hecho más hincapié en los dones que sobre el fruto. El apóstol Pablo concluyó en 1ª Cor. 13:1 – 3 que podemos tener y anhelar todos los dones del Espíritu, pero si no tenemos AMOR (un fruto del Espíritu), de nada nos sirve.
No sigamos, entonces, a una persona por el sólo hecho de tener un ministerio en el cual se manifiesten los dones. En lugar de ello veamos cuáles frutos del Espíritu son evidentes en su carácter. Dicho de otro modo: “los cristianos no siguen las señales, sino que las señales siguen a los cristianos”.
ü Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en el día de Pentecostés, fueron bautizados con el Espíritu Santo (Hech. 2:1 – 4); era el cumplimiento de la promesa del Padre (Joel 2:28 y 29). Es hasta que desciende el Espíritu Santo sobre la iglesia que empiezan a funcionar los nueve dones
ü Una de las palabras griegas de donde se traduce la palabra don es “carisma”, que significa: Don de gracia, don que involucra gracia de parte de Dios como dador. Es el Espíritu Santo quien le da los nueve dones a la iglesia, y el cristiano los recibe después de ser bautizado con el Espíritu Santo (1ª Cor. 12:4)
ü Los dones del Espíritu Santo son regalos de parte de Dios para la iglesia; es por eso que debemos anhelarlos y pedirle al Espíritu Santo que nos los otorgue para que seamos vasos útiles para edificar a la congregación
ü Los dones del Espíritu reflejan el ministerio de Jesús puesto en evidencia por el pueblo en el día de hoy. Son manifestaciones de la obra del Espíritu Santo
ü Los dones NO nos pertenecen; Dios decide darnos un don con un propósito, pero es el Espíritu Santo el que se manifiesta usando nuestra vida. El único que puede activar los dones o ponerlos de manifiesto es el Espíritu Santo (1ª Cor. 12:11)
ü La enseñanza primordial de Dios para nosotros es que nos necesitamos mutuamente, no podemos depender únicamente de nosotros mismos. Los dones, cuando son expresados de la manera en que Dios quiere que lo sean, resultan muy útiles para que el cuerpo de Cristo crezca y se desarrolle
ü Pablo dice al finalizar el capítulo 12: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (1ª Cor. 12:31). El camino más excelente no es “en lugar de los dones”, sino en lugar de “procurar los dones” y es: AMAR DE TAL MANERA QUE LOS DONES FLUYAN DE TAL MANERA QUE VIVIFIQUEN TODO A SU PASO
Continuará…