“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”, Is. 6:8
Algunas promesas para que vayamos confiados en su poder y su fuerza:
1- El Señor nos sostendrá y nos dará TODO lo necesario (Is. 42:6); esto incluye las finanzas para invertirlas en su reino
2- Él nos protegerá (Is. 54:17) de los ataques del enemigo y de toda oposición o resistencia que se levante contra nosotros
3- Serán suplidas nuestras necesidades (Is. 65:13 y 14) y seremos saciados con gozo al ver la provisión de Dios en nuestras vidas mientras hacemos su obra
Algunos aspectos finales que debemos considerar para ser conquistadores los encontramos en el mismo libro de Isaías, capítulo 6, versículos 1 al 9:
1- Entrega, rendición y quebranto: antes de ser llenos de la presencia de Dios, antes de ser ungidos por Él, debemos primero hacer morir nuestra carne, debemos morir al “yo”
2- Unción y llamado: una vez que hacemos morir nuestra carne, el Espíritu Santo nos unge y nos levanta para hacer su obra; Él no nos envía con las manos vacías, antes nos capacita con dones y habilidades para que las desarrollemos en su obra
3- Ministerio: después Él nos dice “VE”, deja todo lo que te distrae y sal a conquistar tu nación y tu tierra en el nombre de Jesús
Recordemos que el poder del Espíritu Santo nos da autoridad para ser testigos del Señor y así poder tocar y sanar nuestro país, por medio también de una convicción personal. De Él viene nuestra capacidad, toda dádiva y todo don perfecto.
Para esto, Dios nos quiere llevar a un nivel especial de intercesión por nuestro país, para que tomemos el control de la historia y seamos de impacto a los demás. Es imprescindible, por tanto, un compromiso radical con Jesucristo. Para un gran avivamiento no es suficiente tener una oración ordinaria; necesitamos oraciones extraordinarias.