“.QUE TODOS VIVAN EN ARMONÍA.” (1 Corintios 1:10 NVI)
Para restablecer una relación humana rota hay dos cosas que debes hacer.
Primero, ataca el problema, no a la persona.
No podrás resolver el problema si lo único que te obsesiona es buscar culpables. La Biblia dice: “La respuesta suave aplaca la ira, pero la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1)
Cuando estés resolviendo el conflicto, la forma de decir las cosas es tan importante como lo que dices. Si te expresas de forma ofensiva, el otro se pondrá a la defensiva. “El sabio de corazón será llamado prudente, y la dulzura de palabras aumenta la persuasión” (Proverbios 16:21 Biblia de las Américas). El rezongar tampoco dará resultado; nunca serás persuasivo si eres áspero, más bien sigue el consejo de “ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
Segundo, haz hincapié en la relación, no en las diferencias.
No podemos esperar que todo el mundo esté de acuerdo con nosotros en todo. Pero cuando nos centramos en la relación, el problema a menudo pierde su importancia, disminuye o hasta llega a ser irrelevante. Muchas veces se puede volver a entablar una buena relación aunque no se hayan solventado todas las diferencias.
Es normal que siempre haya algún pequeño desacuerdo, pero con la gracia de Dios, podremos pensar diferente sin ser desagradables los unos con los otros. Podemos caminar en armonía aunque no miremos en la misma dirección.
No significa eso que dejemos de buscar una solución; tal vez necesites seguir discutiendo el asunto, pero decide hacerlo con un espíritu de amor. Para reconciliarse, hace falta deponer las armas, aunque no necesariamente haya que enterrar el problema.
Entonces, ¿con quién necesitas ponerte en contacto hoy? ¿Con quién necesitas restaurar una relación? Toma el teléfono y empieza el proceso.
Para restablecer una relación humana rota hay dos cosas que debes hacer.
Primero, ataca el problema, no a la persona.
No podrás resolver el problema si lo único que te obsesiona es buscar culpables. La Biblia dice: “La respuesta suave aplaca la ira, pero la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1)
Cuando estés resolviendo el conflicto, la forma de decir las cosas es tan importante como lo que dices. Si te expresas de forma ofensiva, el otro se pondrá a la defensiva. “El sabio de corazón será llamado prudente, y la dulzura de palabras aumenta la persuasión” (Proverbios 16:21 Biblia de las Américas). El rezongar tampoco dará resultado; nunca serás persuasivo si eres áspero, más bien sigue el consejo de “ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
Segundo, haz hincapié en la relación, no en las diferencias.
No podemos esperar que todo el mundo esté de acuerdo con nosotros en todo. Pero cuando nos centramos en la relación, el problema a menudo pierde su importancia, disminuye o hasta llega a ser irrelevante. Muchas veces se puede volver a entablar una buena relación aunque no se hayan solventado todas las diferencias.
Es normal que siempre haya algún pequeño desacuerdo, pero con la gracia de Dios, podremos pensar diferente sin ser desagradables los unos con los otros. Podemos caminar en armonía aunque no miremos en la misma dirección.
No significa eso que dejemos de buscar una solución; tal vez necesites seguir discutiendo el asunto, pero decide hacerlo con un espíritu de amor. Para reconciliarse, hace falta deponer las armas, aunque no necesariamente haya que enterrar el problema.
Entonces, ¿con quién necesitas ponerte en contacto hoy? ¿Con quién necesitas restaurar una relación? Toma el teléfono y empieza el proceso.