“Pero Abraham le dijo: hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado” Lucas 16:25.
Como ha podido usted notar este texto corresponde al muy conocido relato pronunciado por Jesús sobre el rico y Lázaro, el cual es considerado una de las evidencias bíblicas que nos hablan con más exactitud sobre la existencia del infierno.
Hay quienes sostienen que este escrito no es una historia sino una parábola y por esa razón tratan de descartar la realidad de un infierno (hades) o lugar de tormento, donde las almas de los pecadores irán a sufrir una eternidad sin Cristo.
Pero hay razones poderosas que demuestran que este relato no es una parábola sino una historia: 1: El Seños Jesús, en ninguna de sus parábolas uso nombres propios, como aquí.
Ejemplo: Lázaro, Abraham y Moisés.
2: El relato cumple los parámetros normales de una historia: Personajes, escenarios, sucesos, diálogos, narrador; no así una parábola, que contiene comparaciones y símbolos, que encierran una especie de moraleja.
3: Jesús acostumbra después de sus parábolas darle la interpretación de la misma como el caso de la parábola del trigo y la cizaña y la del sembrador, etc. Estando consiente de que se trata de un tema de vida o muerte, ningún ser humano debe verlo con indiferencia y mucho menos, dejar en manos de inexpertos nuestro destino final. El Hades es tormento, así lo describen las palabras del rico: “y en el Hades alzo sus ojos, estando en tormentos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, entonces el, dando voces, dijo: Padre Abraham tan misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo de agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama” Lucas 16:23-24.
En esta historia se descarta además la inconciencia después de la muerte, o sea que no todo se acaba cuando morimos, notamos claramente, que tanto Lázaro disfrutaba a plenitud del consuelo de Dios en el seno de Abraham, como el rico sufría el ardor de las llamas, la sed, el calor, el tormento de los recuerdos de sus cinco hermanos que estaban todavía vivos, en la tierra y que pronto vendrían a hacerle compañía si no procedían a un arrepentimiento. Piensa bien esto: es mejor entrar en el cielo asustados, que confiados y alegres al infierno.
Jesús te Ama, acéptalo, decídete hoy.
Como ha podido usted notar este texto corresponde al muy conocido relato pronunciado por Jesús sobre el rico y Lázaro, el cual es considerado una de las evidencias bíblicas que nos hablan con más exactitud sobre la existencia del infierno.
Hay quienes sostienen que este escrito no es una historia sino una parábola y por esa razón tratan de descartar la realidad de un infierno (hades) o lugar de tormento, donde las almas de los pecadores irán a sufrir una eternidad sin Cristo.
Pero hay razones poderosas que demuestran que este relato no es una parábola sino una historia: 1: El Seños Jesús, en ninguna de sus parábolas uso nombres propios, como aquí.
Ejemplo: Lázaro, Abraham y Moisés.
2: El relato cumple los parámetros normales de una historia: Personajes, escenarios, sucesos, diálogos, narrador; no así una parábola, que contiene comparaciones y símbolos, que encierran una especie de moraleja.
3: Jesús acostumbra después de sus parábolas darle la interpretación de la misma como el caso de la parábola del trigo y la cizaña y la del sembrador, etc. Estando consiente de que se trata de un tema de vida o muerte, ningún ser humano debe verlo con indiferencia y mucho menos, dejar en manos de inexpertos nuestro destino final. El Hades es tormento, así lo describen las palabras del rico: “y en el Hades alzo sus ojos, estando en tormentos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, entonces el, dando voces, dijo: Padre Abraham tan misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo de agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama” Lucas 16:23-24.
En esta historia se descarta además la inconciencia después de la muerte, o sea que no todo se acaba cuando morimos, notamos claramente, que tanto Lázaro disfrutaba a plenitud del consuelo de Dios en el seno de Abraham, como el rico sufría el ardor de las llamas, la sed, el calor, el tormento de los recuerdos de sus cinco hermanos que estaban todavía vivos, en la tierra y que pronto vendrían a hacerle compañía si no procedían a un arrepentimiento. Piensa bien esto: es mejor entrar en el cielo asustados, que confiados y alegres al infierno.
Jesús te Ama, acéptalo, decídete hoy.