Caminamos muchas veces con la tristeza doblada en el pequeño baúl de nuestras emociones. Las personas nos miran y entienden que somos felices porque escondemos nuestras verdades tras una sonrisa, que dice lo único que no es verdad. Buscamos en las pequeñas cosas cotidianas algo que nos levante un poco el ánimo, que solo esta sostenido por la necesidad de que nadie descubra cuan deprimidos estamos.
De pronto se escucha un timbre, el teléfono, que con su peculiar alarido nos indica que alguien, nos dirá algo, nos pedirá algo o nos cobrará algo, ( en momentos de tristeza no pensamos nada positivo) Miramos ese lobo que aúlla esperando que lo acallemos levantando el auricular, y por un segundo pensamos si valdrá la pena dejarlo que se quede ronco gritando o que se canse regalándonos lo único que ansiamos en ese momento, el silencio.
Pero siempre la Fuerza Suprema sabe como rescatarnos. Quizás al que se ahoga le lanza un madero que lo mantenga a flote. Al que se asfixia le regala una bocanada de aire para que respire. Al que esta triste, le envía una amiga de lejanas tierras a llamar para preguntarnos simplemente: ¿cómo estas?, y de pronto todo se ilumina. Ya no recordamos el aullido del lobo, sino que nos parece que cientos de arpas entonan la más dulce de las melodías. Que bálsamo para el animo caído escuchar la tibieza de una voz amiga.
Que grande y maravilloso es mi Dios, que usa a las personas para decirnos en un idioma simple cuando nos ama. Tu, mi querida reinita de alas doradas, que aun sin decir tu nombre sabes que eres tu, gracias, por dejarte usar por el Todopoderoso y decir si, a ese impulso que té motivo a llamarme.
Gracias por regalarme la suavidad de las palabras que desafiando la distancia, vistieron mi tristeza doblada en el baúl de mis emociones, con ribetes dorados. Gracias por desdoblar y desplegar sobre mi cansancio y mis angustias un manto de claveles de buenos deseos. No tengo otra forma de responder a tu cariño, sino esta, dejar plasmada en estas líneas todas las emociones que escuchar hoy temprano nacieron en mi.
De pronto se escucha un timbre, el teléfono, que con su peculiar alarido nos indica que alguien, nos dirá algo, nos pedirá algo o nos cobrará algo, ( en momentos de tristeza no pensamos nada positivo) Miramos ese lobo que aúlla esperando que lo acallemos levantando el auricular, y por un segundo pensamos si valdrá la pena dejarlo que se quede ronco gritando o que se canse regalándonos lo único que ansiamos en ese momento, el silencio.
Pero siempre la Fuerza Suprema sabe como rescatarnos. Quizás al que se ahoga le lanza un madero que lo mantenga a flote. Al que se asfixia le regala una bocanada de aire para que respire. Al que esta triste, le envía una amiga de lejanas tierras a llamar para preguntarnos simplemente: ¿cómo estas?, y de pronto todo se ilumina. Ya no recordamos el aullido del lobo, sino que nos parece que cientos de arpas entonan la más dulce de las melodías. Que bálsamo para el animo caído escuchar la tibieza de una voz amiga.
Que grande y maravilloso es mi Dios, que usa a las personas para decirnos en un idioma simple cuando nos ama. Tu, mi querida reinita de alas doradas, que aun sin decir tu nombre sabes que eres tu, gracias, por dejarte usar por el Todopoderoso y decir si, a ese impulso que té motivo a llamarme.
Gracias por regalarme la suavidad de las palabras que desafiando la distancia, vistieron mi tristeza doblada en el baúl de mis emociones, con ribetes dorados. Gracias por desdoblar y desplegar sobre mi cansancio y mis angustias un manto de claveles de buenos deseos. No tengo otra forma de responder a tu cariño, sino esta, dejar plasmada en estas líneas todas las emociones que escuchar hoy temprano nacieron en mi.